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Actualizado: 19 de octubre de 2025
No habría razón, ni justicia, ni sentido común, en seguir estúpidamente a los Estados Unidos, que pretenden dictar una nueva bula de Alejandro VI, dividiendo los dos mundos en provecho propio.
He venido volando por no hacerme esperar». Amigo, desde que está usted en candelero, no hay quien le vea. ¡Qué caro se cotiza! Es que no me dejan vivir. Anoche duró el jubileo hasta las tres. Doscientas personas entrando y saliendo. Y que no pretenden nada... Preparando las elecciones, ¿eh? ¡Oh!, pues si pasamos al terreno político... indicó Moreno.
Prescindiré de que hay autores que demuestran ó pretenden demostrar esta proposicion; y me ceñiré únicamente á la razon de Kant. Este autor olvida que no se trata de la recta sola, sino de la recta comparada.
La siguiente novela ha formado parte, hasta ahora, de un libro titulado BOCETOS AL TEMPLE. Personas cuyos dictámenes son leyes para mí, pretenden que Los HOMBRES DE PRO deben establecerse de cuenta propia y correr solos las aventuras que les depare la suerte.
El escudo de aquellos ínclitos varones es honroso jeroglífico, vivo recuerdo de triunfos, honores, distinciones y victorias. Tres cabezas de moro en campo verde no recuerdan, como algunos pretenden, la salvaje hazaña de haber vencido a tres sectarios de Mahoma, sino la graciosa broma de un Tumbaga que en cierto baile de trajes se presentó vestido de berberisco con dos amigos.
Si pretenden entrar aquí, se van a perder. ¿Quiere usted decirle a Larragoyen, el patrón, que prepare el bote de salvavidas? Sí, hombre. Salí de la atalaya, crucé el Rompeolas. El mar saltaba por los malecones y llegaba hasta las mismas casas, haciendo un ruido de terremoto.
Hace muchos años que en nuestras calles no se ha visto nada tan indecente. »Bien sabido es que en el seno de nuestra sociedad algunos jóvenes insensatos y mal aconsejados pretenden trastornar el orden social con la utopía ridícula de que los hombres puedan sustituir á las mujeres en la dirección de los negocios públicos.
Nosotros hacemos mil disparates, y la Naturaleza nos los corrige. Protestamos contra sus lecciones admirables que no entendemos, y cuando queremos que nos obedezca, nos coge y nos estrella, como el mar estrella a los que pretenden gobernarlo.
No es un seductor vulgar, ni un calavera vicioso, ni un malvado, sino un hombre enamoradizo que se siente impulsado hacia ellas, para iniciarles en los deliciosos misterios del amor, semejante a los creyentes fanáticos, que a toda costa pretenden inculcar al prójimo su fe.
Imagínese que esos deslenguados de por ahí pretenden que la señora consiguió de usted que cargase con su maleta y la niña desde la casa hasta el despacho de la diligencia, y que el galán que se marchó con ella le dio las gracias, ofreciéndole unas monedas y que le ocuparía a la primera ocasión porque le gustaba su trato... ¿por supuesto, que todo ello será una burda invención?
Palabra del Dia
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