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Actualizado: 28 de julio de 2025
El señor marqués me ofrecia la imágen de los gobiernos que, despues de explotar el trabajo de las masas, mediante los impuestos inicuos, los monopolios, etc., hacen la caza á sus estorninos humanos para convertirlos en soldados ó presidiarios y mandarlos á morir.
Y, por último, la población de indios que reside en todos los puntos militares, formada de deportados, presidiarios que han cumplido su condena y licenciados del Ejército, los cuales se dedican al comercio al menudeo de la localidad, para servir á las familias españolas, y en muy pequeño número á la agricultura, pues los hábitos de holganza y los vicios adquiridos anteriormente pueden más en ellos que el deseo de procurarse una posición desahogada.
El interior tenía, pues, un jefe; y el derrotado de Oncativo, a quien no se habían confiado otras tropas en Buenos Aires que unos centenares de presidiarios, podía ahora mirarse como el segundo, si no el primero, en poder.
Facundo se encarga de una tentativa desesperada sobre La Rioja o Mendoza, recibe para ello doscientos presidiarios sacados de todas las cárceles, engancha sesenta hombres más en el Retiro, reúne algunos de sus oficiales y se dispone a marchar. En Pavón estaba Rosas reuniendo sus caballerías coloradas; allí estaba también López de Santa Fe.
¡Pues se destruyen! contestó fríamente Simoun. ¿Y el dinero para pagar á los trabajadores...? No se pagan. Con los presos y los presidiarios... ¡Ca! ¡no hay bastante, señor Simoun!
No obstante tanta bravura, Maltrana notaba en él cierto encogimiento al llevarse la mano a la gorra para saludar cierta timidez felina en los ojos cuando algún superior le dirigía la palabra. Este tío saluda de mal modo pensaba Isidro . Es el mismo encogimiento medroso y vengativo con que los presidiarios saludan a sus jefes.
Y esta promiscuidad, bajo la misma manta, de viejos y jóvenes, de inocentes jayanes recién venidos de su tierra y veteranos de la vida errante, conocedores de todas las corrupciones, se efectuaba en medio de una forzada abstinencia de la carne, en un país donde por las condiciones del trabajo, los hombres son mucho más numerosos que las mujeres, y la continua afluencia de presidiarios licenciados traía consigo todas las criminales aberraciones de la virilidad aislada.
El fué quien habiendo oido en Madrid hablar del pavimento de madera de las calles de Paris, entonces no adoptado todavía en España, propuso su aplicacion en Manila, estendiendo por las calles tablas, clavadas al modo como se ven en las casas; él fué quien lamentando los accidentes de los vehículos de dos ruedas, para prevenirlos discurrió que les pusieran lo menos tres; él fué tambien quien, mientras actuaba de Vice Presidente de la Junta de Sanidad, le dió por fumigarlo todo, hasta los telegramas que venían de los puntos infestados; él fué tambien quien, compadeciendo por una parte á los presidiarios que trabajaban en medio del sol y queriendo por otra ahorrar al gobierno de gastar en el equipo de los mismos, propuso vestirlos con un simple taparrabo y hacerlos trabajar, en vez de día, de noche.
La iglesia de San Pablo, costeada por el famoso Torquemada de candelosa recordacion, no conserva de su carácter primitivo sino la fachada, porque el interior es un asilo de presidiarios.
Pero ese sentimiento de dolor se convierte en indignacion al recordar que muchos de los pretendidos presidiarios no fueron sino leales patriotas, atrozmente perseguidos por sus opiniones liberales y condenados á la infamia y la muerte de los trabajos forzados sin fórmula de juicio ó inocentes de todo delito. Fernando VII hizo, pues, del canal de Castilla un inmenso é inmundo cadalso.
Palabra del Dia
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