Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 18 de julio de 2025
Pero otras preocupaciones más importantes atormentaron al coronel. Se había iniciado la temida ofensiva. Los telegramas de la guerra eran lacónicos y tristes. Retrocedían los aliados ante el avance alemán. Sus líneas no se rompían, pero vacilaban, se encorvaban bajo los abrumadores golpes del enemigo. Todos los días se perdían docenas de pueblos y grandes espacios de terreno.
¡Ay! Aquel loco de Pablo Valls tenía en parte razón. Esas alianzas podían ser en el resto del mundo, pero Mallorca, la amada Roqueta, tenía un alma todavía viva, el alma de otros siglos, cargada de odios y preocupaciones.
En medio de las preocupaciones, de los errores, de los extravíos de la mísera humanidad, descuella esa fuerza, esa actividad admirable, con la cual el espíritu se lanza fuera de sí propio, conoce lo que no puede ver, y presiente un nuevo mundo que ha de sentir un dia.
Eso preguntaba yo, añadió otro: decía que debía ir un civil, uno que no tenga preocupaciones militares... un zapatero por ejemplo... Eso es, repuso un importador de zapatos; pero como no es cosa de enviar á un indio ni á un macanista y el único zapatero peninsular ha pedido tales dietas...
Siguió creyendo que Margarita había pasado junto á él sin conocerle, pues el viejo guardó silencio. Una de las preocupaciones de don Marcelo era conseguir que su hijo relatase el encuentro de guerra en que había sido herido.
Entonces, ¿es por tu marido por lo que no realizas el viaje? preguntó Miguel, fingiendo hacer su pregunta de buena fe. Alicia se agitó ante tal suposición. ¡Pobre Delille!... Ella sentía otras preocupaciones. Su marido no era el único que había ido á la guerra.
«Todos somos iguale, decían muchos burgueses de Vetusta, la nobleza ya no es nadie, ahora todo lo puede el dinero, el talento, el valor, etc., etc.»; pero a pesar de tanta alharaca, a los más se les conocía hasta en su falso desprecio que participaban desde abajo de las preocupaciones que mantenían los nobles desde arriba.
Vuelta a mi cuarto, me encuentro más perpleja que nunca y, para no pensar más en el matrimonio, hago lo que puedo por ocupar el pensamiento en otra cosa. ¡Qué pesados me parecen ahora mis veinticinco años!... La abuela tiene razón; llevo un mundo en los hombros... Cuánto más feliz era cuando, en vez de soñar con un marido por la voluntad de la abuela, no tenía más preocupaciones que mi muñeca.
Pero comenzó por entonces la marquesa a sentir muy certeros e incómodos anuncios de otro heredero, y esto la causaba grandes preocupaciones y molestias y «la quitaba el gusto para todo».
Sería inconcebible el cómo se dejó vencer un ejército como el que mandaba La Madrid en Tucumán, con jefes tan valientes y soldados tan aguerridos, si causas morales y preocupaciones antiestratégicas no viniesen a dar la solución de tan extraño enigma.
Palabra del Dia
Otros Mirando