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Actualizado: 20 de junio de 2025
Pero haciéndose cargo de que no era posible que sus padres se contentasen con esto, prefirió idear una historia. Su imaginación poderosa le vino en ayuda inmediatamente. Un hombre de barba con traje de obrero le estaba aguardando en el portal para robarle. Le pidió lo que traía amenazándole con un puñal, pero él retrocediendo había llegado hasta la puerta y pudo coger el llamador.
No, no; avise usted al señorito, que es a quien deseo hablar. Se hallaba éste, en tanto, en su despacho, presa de violenta agitación. Al ver a la dama entrar en el portal por primera vez se había sobresaltado sin motivo preciso para ello. Tranquilizóse al verla salir, y otra vez se alteró cuando entró nuevamente.
Abre ese portal y entra: te hallarás desde luego en un espacioso zaguan morisco, al pié de una galana arquería á cuyos tres vanos hace alegre fondo un fresco jardinillo.
Y cuidadito con echarme basura en el portal y en la escalera. Estas eneas y juncos que habéis esparcido en el patio, me los vais a recoger y entregárselos a su dueño». Los chicos oyeron esto sin chistar.
Eso no es exacto, ni siquiera una razón en favor de los velos. Si á mí no me gustan tampoco; pero la moda.... ¿Qué está usté mirando con tanto empeño por las vidrieras? ¿Por qué se ha puesto usted tan colorada? ¿Yo? ¡Jesús!... Puede que sea usté capaz de creer que es por ese chico que está en el portal de enfrente. Eso se llama curarse en sana salud.
Al llegar cerca del convento de Recoletos, era ya de noche. ¿Quién vive? gritó el centinela. España. ¿Qué gente? Paisanos. Adelante. Volvieron a mostrar sus documentos al cabo de guardia y entraron en la ciudad carlista. Pasaron por el portal de Santiago, entraron en la calle Mayor y preguntaron en la posada si había alojamiento. Una muchacha apareció en la escalera.
iv Maximiliano bajó la escalera como la baja uno cuando tiene ocho años y se le ha caído el juguete de la ventana al patio. Llegó sin aliento al portal, y allí dudó si debía tomar a la derecha o a la izquierda de la calle. El corazón le dijo que fuera hacia la calle de San Marcos.
Su voluntad será paralizada por la mía. Llegó á la casa, entró y observó con satisfacción que el polizonte de por la mañana no estaba en el portal. Subió vivamente y llamó á la puerta del departamento. Nadie respondió; el mismo silencio de abandono. Permaneció escuchando un largo rato y no percibió señal alguna de vida en la casa.
Y giró sobre los talones y se metió pugnando por no reír en el portal de la casa de su madrastra. Una vez dentro de él, quedose repentinamente serio al pensar que antes de tres minutos iba a encontrarse frente a ésta. Era un momento solemne. Subió lentamente la escalera, creciendo su emoción a cada peldaño que iba salvando.
En las horas que allí permaneció, disimulándose en un portal ó detrás de algún carro, sólo vió salir dos ó tres mujeres que parecían criadas y entrar y salir un sacerdote.
Palabra del Dia
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