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Actualizado: 8 de mayo de 2025


Baste recordar muy resumidamente que Tamayo de Vargas ponderó su donaire; y don Fernando de Vera y Mendoza le llamó «el Rey de Romanos»; y Pérez de Montalván encareció los «pensamientos sutiles, arrojamientos poéticos y versos excelentísimos y bizarros» de sus comedias; y Salas Barbadillo afirmó que «en el Parnaso no se conocen otras salinas sino las de su felicissimo ingenio»....

No dejó por eso de mostrarme sino que extremó más que antes su cariño y su respeto hacia ; pero cada día ponderó más lo decidido y lo invencible de su vocación. En balde fueron mis razonamientos y mis súplicas para que Lucía desistiera. Al fin tuve que ceder y que consentir. Hace ya más de un año que Lucía tomó el velo y se encerró para siempre en el claustro.

También concurrió Pito Salces, que se quedó como sin pulsos cuando Tona, con la faz inundada de sonrisas y los ojos de dulzuras, le ponderó la hazaña de la víspera y le declaró sin remilgos que «de ese aquél y de esos prontos le gustaban a ella los hombres». ¡Puches, cómo se puso enseguida el mozallón con la alabanza!

Y diciendo esto lo introducía en un pequeño departamento compuesto de saloncito y dormitorio, cuya comodidad y buen gusto ponderó mucho Fabrice, dejando en seguida a éste que se vistiera para comer.

D. Fadrique. Beso los pies de Vds., señoritas. El Comendador le allanó el camino para que se viniese con él y con las niñas y los acompañase un rato en el paseo. Habló á D. Carlos de sus estudios, le ponderó lo mucho que le agradaba la poesía, le encomió el idilio y se le hizo repetir.

Allí residía el ama de Marijuán, quien al presentarse a ella nos rogó que le acompañásemos, y esta apreciable señora, que era doña María Castro de Oro de Afán de Ribera, condesa de Rumblar, nos recibió con tanto agasajo, nos ponderó de tal modo la ruindad de las posadas y ventas de la villa, que no tuvimos por conveniente hacernos de rogar y aceptamos la hospitalidad que se nos ofrecía.

Doña Blanca, persuadida de que la súbita vocación de su hija era sincera y profunda, tuvo con D. Casimiro una conversación muy afectuosa y grave, y le dió sus pasaportes. El P. Jacinto ponderó el fervor de Clara y animó á Doña Blanca para que á la mayor brevedad la dejase entrar de novicia en un convento de carmelitas descalzas que en la ciudad había. D. Valentín se avino á todo sin chistar.

Palabra del Dia

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