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Actualizado: 9 de junio de 2025
Habia mayordomos de los oficios de pintor, de carpintero, de tegedor, de tornero, de herrero, de platero, de zapatero, etc. El pueblo se dividia en parcialidades, cada una de las cuales estaba subordinada á un capitan y su segundo. Estos capitanes eran los comandantes de las embarcaciones, y dirigian en las espediciones á los soldados ó remeros.
Conque, ¿vamos, Baldomero? ...Cuando... quiera... don Melchor dijo Baldomero, que se había quedado contemplando a Ramona. Acompañados por Ricardo y Lorenzo se dirigieron a la caballeriza donde Hipólito palmeaba en la tabla del pescuezo al Platero, mientras lo tenía sujeto por una oreja. Aguarde que yo monte, don Melchor; ¡tenéselo, ché, Hipólito! ¿Por qué, Baldomero?
La tienda era pequeña y lo poco de valor que contenía estaba encerrado en una vidriera movible, que descansaba sobre el mostrador, hacia la derecha, frente a un pequeño venta que, daba a una pieza interior, por el cual el platero, cuando no estaba en el negocio, veía todo lo que pasaba en éste. La puerta de comunicación entre la tienda y la pieza interior quedaba hacia la izquierda.
Plácido, á medida que se acercaba á su casa, la casa de un platero en donde vivía como pupilo, procuraba coordinar sus ideas y maduraba un plan. Retirarse á su pueblo y vengarse para demostrar á los frailes que no se insulta impunemente á un joven ni se puede burlar de él.
¡Sí, hombre! si Baldomero lo ha comprendido y me lo ha dicho anoche. Creo que él piensa hablarle... ...¡Qué colmo sería!... Entretanto el Platero había disminuido sus impulsos y galopaba tranquilo como un caballo definitivamente domado. Sujetemos, don Melchor. Sujetemos contestó éste poniendo su caballo al paso.
¿Y nosotros pagaremos los platos rotos...? preguntaba Chichoy indignado. ¡Ejem, ejem, ejjjem! tosió el platero oyendo acercarse pasos en la calle. En efecto los pasos se acercaban, y en la platería todos se callaron. San Pascual Bailon es un gran santo, dijo hipócritamente en voz alta el platero, guiñando á los otros; san Pascual Bailon...
Miguel Piña, de oficio platero, natural y vecino de esta Ciudad, de edad de cuarenta y un años, reconciliado y preso segunda vez por judaizante. Estando en forma de penitente, se le leyó su sentencia con méritos, abjuró de levi y advertido, reprendido y conminado, fue condenado en quinientas libras.
El detenido fue puesto en libertad, y más tarde, se jactaba del robo y de su astucia, diciendo: ¡Amigo, que son mulitas !... ¡Yo tenía en la puerta de la platería un carro cargado de pasto verde, pero arreglado con un hueco en el medio; pasé, tiré la vidriera y seguí corriendo, seguido del platero! ¡Pobre hombre! ¡Ni coceó, y el carro se fue con la vidriera, mientras a mí me enloquecían a preguntas en la comisaría!... ¡Vivos los mozos!
Iten á 15 de Enero de 1582, por mandato de los señores del Cabildo, dí á su platero ciciliano ciento diez y seis sueldos para hacer una boca de infierno y unos vestidos y cetros y otras cosillas para la representación de la noche de Navidad como parece por una cuenta de su mano. Mas le dí por su trabajo que estuvo diez días ó más ocupado en hacello ochenta sueldos por las dos partidas, 190 s.
En uno de ellos lucía una preciosa esmeralda, y examinándola la señora, exclamó: «¡Qué rareza! Esta piedra es idéntica a la que obsequié para la Custodia de San Agustín». Turbóse el platero, y no tardó en despedirse. Pocos minutos después entraba el intendente en la estancia de su esposa, y la participó que acababa de llegar un expreso de Lima con la noticia del sacrílego robo.
Palabra del Dia
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