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Actualizado: 25 de mayo de 2025
La brionia corresponde igualmente al período de la pleuresía en que se efectúa la exudacion plástica, para el que, el mercurio, la digital, el azufre..... son medios útiles y muchas veces indispensables. La hiperemia de las pleuras, cuando el pulmon no está interesado, se sostiene con el acónito y cede directamente con brionia, sea cual quiera la fiebre concomitante.
Y así aconseja que se armonicen, usando las morenas castañuelas blancas, y las rubias que empleen las de palosanto, ébano y otras maderas oscuras. Por último habla de la correspondencia que debe existir entre las cintas de las castañuelas y las de los zapatos, cofias y redecillas. Al señor licenciado no se le olvida nada que signifique armonía y gracia plástica.
Las afecciones quínicas, pues, son mas rebeldes que graves, y muchas veces un régimen dietético conveniente y la actividad muscular son los mejores medios curativos, porque desenvuelven mas enérgicamente la fuerza plástica y producen un movimiento de sucesion mas rápido de las moléculas orgánicas, es decir, una reparacion mas activa de los materiales constitutivos de la economía.
Aislan los grupos de síntomas que demuestran alguna agudeza, de otros grupos á que están unidos y de los cuales dependen, y que revelan una lesion profunda de la vitalidad en el sentido de la atonía, así como una falta de plasticidad, en lo cual este medicamento es opuesto á la thuya y al carbonato de cal, cuya accion electiva se ejerce en la misma esfera, pero exagerando la fuerza plástica ó determinando su aberracion.
Sin embargo, entre las ideas aisladas, que hemos expuesto acerca del mérito literario de nuestro poeta, nada hemos dicho de otras prendas que lo adornan; pero, ¡cuán indecible es la gracia y el agrado, de que reviste á sus imágenes! ¡Cuánta la lozanía y sencillez, que les prestan tan irresistible atractivo! ¡Cuán arrebatadoras y naturales las simpatías que nos inspiran! ¡Con qué torrente caudaloso de poesía inunda los objetos más insignificantes, adornándolos con los más bellos colores y con las más lindas flores! ¡Cuán mágico el poder, con que sabe cerrar el círculo seductor de la poesía, conmoviendo nuestro corazón, ya con los más suaves acordes, ya arrastrándonos con su brío y su violencia! ¡Cuánta, cuán viva y delicada es su jovialidad al lado de la seriedad más grave é imperiosa! ¡Cuánta es la claridad y la exactitud, con que en sus composiciones se reflejan la vida y la naturaleza en enérgicos rasgos, ofreciéndonos una fiel imagen del mundo, de la completa existencia y de los afectos de la humanidad, empleando sólo el arte en separar las excrecencias y angulosidades de la materia, y redondeando sus ásperas masas con plástica armonía!
Estas tendencias caquécticas, deprimentes de la actividad vital y plástica, las espondrémos en el capítulo de la quina.
Un gran patólogo aleman recomienda el arsénico con el carbon vegetal, en la angina diftérica maligna, gangrenosa, ya por los síntomas tifoídeos generales, ya por el estado de la garganta y aun de la exudacion plástica.
La fuerza plástica se ejerce por la doble accion de apropiacion y eliminacion, y si bien asimila incesantemente al organismo moléculas nutritivas, tambien elimina y rechaza otras; á esta doble accion, pues, de la vida vegetativa es á la que ataca la quina, á la que debilita y aun reduce á la inercia.
Aunque de algún tiempo a esta parte se han suprimido muchísimos detalles grotescos de las antiguas procesiones, aún he visto figurar la representación plástica de las escenas de La Pasión, el Señor bajo la cruz, las santas doloridas... y el judío, el pícaro judío, vestido a la romana, de nariz encorvada, frente estrecha, gran abundancia de pelo y ojos torvos, a quien el pueblo enseña el puño y que pasaría por cierto un mal rato, si los guardianes, vestidos como los penitentes de la Santa Hermandad, con el sombrero de pico y el rostro cubierto, no estuvieran prontos a la defensa.
Esta criatura, hija de un acróbata de baja esfera, y sumergida en el fango, no dejaba por esto de poseer la belleza pura y fresca del lirio. Pálida, delgada, elegante, de una perfección plástica, de una depravación singular, a la que unía la ferocidad anglo-sajona, reunía, pues, todas las cualidades apropiadas para subyugar a un hombre como el señor de Maurescamp.
Palabra del Dia
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