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ROSQUILLAS DE ALMAGRO. Por cada huevo medio cascarón de aceite, y para cada dos huevos el zumo de un limón regular. Puesto todo en una ensaladera, se incorpora una cantidad regular de harina, se trabaja primero con una cuchara, y después con la mano bien enharinada para que no se pegue en la misma. Ha de estar la pasta bastante blanda.

Todavía puede ser que me anime y le pegue otra pechada a don Raimundo... O mucho toupet o hundirse. El Vitalicio nos ha fumado esta vez, pero, ¿y si hubiéramos ganado? ¡qué atracón de nacionales!

6 Mi lengua se pegue a mi paladar, si de ti no me acordare; si no ensalzare a Jerusalén como preferente asunto de mi alegría. 7 Acuérdate, oh SE

MERMELADA DE FRESA. Se pesa igual cantidad de azúcar que de fresas; se limpian bien éstas, se les quita los tallos y se ponen al fuego en agua fría; en cuanto dan un hervor se sacan, se escurren y pasan luego por un tamiz; se hace hervir la fruta hasta que espese algo; se le añade el azúcar y se hace hervir un poco sin dejar de mover para que no se pegue.

202 Corcovió el de los tamangos y creyéndose muy fijo: ¡más porrudo serás vos, gaucho rotoso!, Me dijo. 203 Y ya se me vino al humo como a buscarme la hebra, y un golpe le acomodé con el porrón de ginebra. 204 Ahi nomás pegó el de hollín mas gruñidos que un chanchito, y pelando el envenao me atropelló dando gritos. 205 Pegué un brinco y abrí cancha diciéndoles: caballeros, dejen venir ese toro.

Pues no se apure tanto... A no se me hacen novedad los golpes... Además, es mi padre y puede pegarme cuanto quiera. Andrés calló un instante; después apuntó tímidamente: Tanto te puede maltratar, que al fin no tengas más remedio que hacer lo que él te manda. ¿Casarme con mi tío? ¡Eso que no!... ¡Que pegue, que pegue lo que quiera, ya verá lo que saca en limpio!

Yo mataré a mi hombre. Y pronto. Venga esa mano. Ahí va. Ahora bajemos dijo lord Gray en el apogeo de su delirio. ¿A dónde? Al mundo. El mundo se ha hecho pedazos, no existe dije yo. Lo compondremos. Una vez se me rompió en mil pedazos un vaso etrusco que compré en Nápoles. Yo recogí los trozos uno a uno y los pegué perfectamente... ¡Oh, amada mía! ¿Dónde estás que no te veo?

Pero a estos sentimientos se sobrepuso la curiosidad que sentía por conocer de visu la tertulia de la señora. Así es que, después de cenar, me pegué a los faldones de mi padre, decidido a colarme en el salón, detrás de él. Estaba mi padre tan embebecido y agitado que no se fijó en que yo le seguía.

¡No me pegue usted, señor Pedro, que yo no he tenido culpa! Fué ella quien me mandó á llamar. El guapo sonrió y repuso cariñosamente: No temas, querido, ninguna gana tengo de pegarte... Al contrario, deseaba verte y charlar contigo un rato...

Y más vale así, porque mis compatricios me han desesperado tanto, que si yo lo hubiese tomado más por lo serio, hubiera sido cosa de armarme de una caja de fósforos y de una lata de petróleo y de pegar fuego al lugar. Conque así, mejor es que yo tome a vuecencia por juguete que no me le pegue fuego. Prefiero el fuego a la burla que ahora quieres hacer de .