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Actualizado: 19 de mayo de 2025
El Magistral sonrió... No se ría usted: serán los nervios, como dice Quintanar, o lo que se quiera, pero yo estaba llena de un tedio horroroso, que debía ser un gran pecado... si yo lo pudiera remediar.
18 Traerá, pues, al sacerdote por expiación, según tú lo estimes, un carnero sin tacha de los rebaños; y el sacerdote lo reconciliará de su yerro que cometió por ignorancia, y tendrá perdón. 19 Pecado es, y ciertamente pecó contra el SE
No; sino el pecado, que para mostrarse pecado por lo bueno, me obró la muerte, haciéndose pecado sobremanera pecaminoso por el mandamiento. 17 De manera que ya yo no obro aquello, sino el pecado que mora en mí. 19 Porque no hago el bien que quiero; pero el mal que no quiero, éste hago. 20 Y si hago lo que no quiero, ya no obro yo, sino el pecado que mora en mí.
La bella Kadjira, contemplando el infortunio de Mahoma, le dijo: «¡Yo seré tu primer creyente!» Cristeta, viendo desdichado a su amante se le entregó diciendo: «Mis labios son manantial de consuelo. ¡Bebe!» Después... suspiros sofocados por caricias y una sensación nueva, indefinible, mitad material, mitad extrasensual. ¿Hizo bien? ¿Cometió gran pecado? ¡Ah!
17 Era, [pues], el pecado de los jóvenes muy grande delante del SE
La Dama de las Sombras coquetea con los siete Mancebos del Pecado, que, por sus ojos verdes, andan a estocadas en las desiertas callejuelas. Pero ella me prefiere a mí, pobre poeta nocturno y lunático, y me da su boca amarga y sus senos magníficos de dogaresa artista, sensual y dramática.
Yo, señor dijo balbuceando , he venido á buscar en vos amparo y consuelo. Y yo no os lo niego; pero habéis pecado mucho, y es necesario que reparéis el mal que habéis hecho sirviendo de medio para que el crimen no triunfe de la virtud. Os serviré, señor. Hablábamos de vuestro sobrino. ¿Quién es ese joven? Ese joven, señor, no es mi sobrino dijo Montiño, que temblaba como un azogado.
Después de algunos momentos de silencio, aquélla exclamó moviendo la cabeza con dolor: ¡Pobre Maximina! Y después de una pausa larga, dijo con energía: Pues mira, Miguel, si no has de casarte con ella, es un pecado grande que la estés engañando. Debes cuanto antes cortar esas relaciones.
Los pocos años de Leandra sirvieron de disculpa de su culpa, a lo menos con aquellos que no les iba algún interés en que ella fuese mala o buena; pero los que conocían su discreción y mucho entendimiento no atribuyeron a ignorancia su pecado, sino a su desenvoltura y a la natural inclinación de las mujeres, que, por la mayor parte, suele ser desatinada y mal compuesta.
Estraña es la ocasion que se te ofrece. Estraña es la ocasion que se me ofrece, Mas no podrá torcer mi hidalga sangre, De lo que es justo, y á sí misma debe. Quién tiene de saber lo que tu haces? Que un pecado secreto aunque sea grave, Cerca tiene el remedio y la disculpa. Quién tiene de saber lo que yo hago? Y un pecado secreto, aunque sea grave, Cerca tiene el remedio y la disculpa.
Palabra del Dia
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