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Actualizado: 3 de octubre de 2025
Ella me explicó cómo iban los vascos, en otra época, a la pesca de la ballena en los mares del Norte; cómo descubrieron el banco de Terranova, y cómo aún, en el siglo pasado, en los astilleros de Vizcaya y de Guipúzcoa, en Orio, Pasajes, Aguinaga y Guernica, se hacían grandes fragatas.
Todas las edades y clases de los hombres acuden á consecuencia de esta convocatoria, llenando la mayor parte de la obra sus diálogos y disputas con la muerte. Los personajes son singularmente numerosos y diversos. Algunos pasajes se distinguen por su energía y elevación. La muerte vence al cabo; exhorta á los hombres á no fiarse del mundo, y anuncia la llegada del ante-Cristo.
Demasiado sabes la afición que tengo a los pasajes, y sobre todo a los del mar... ¿Por dónde se va? Sígueme..., ya verás. Marta emprendió la marcha hacia un bosque de pinos situado no muy lejos de la casa y Ricardo la siguió. Vestía la niña un traje azul marino, con adornos de encaje blanco, y en la cabeza llevaba sombrero de paja adornado con una guirnalda de campanillas rojas.
Cuando una peña se la ocultó, dejó caer las manos con dolor: después se limpió las mejillas, que estaban húmedas. Llevaba el corazón tan henchido de amor, de admiración, de entusiasmo, que Julita se vio necesitada a sufrir a diario, por algún tiempo, las descripciones que le plugo hacer de la bondad, sencillez e inocencia de la niña de Pasajes.
Y en contra de lo dicho, afirma en otros pasajes, por ejemplo, que el Casino de Córdoba es grandioso, y ensalza el Ateneo de Madrid, que al fin es un casino donde no se juega, encomiando su rica y selecta biblioteca, su gran salón de sesiones y sus cátedras, donde personas sabias y elocuentes enseñan diversas ciencias y facultades.
Acabó la escena, como tantas otras del teatro en que se fingen estos pasajes de la vida humana, «oyéndose pasos» afuera, y saliendo nosotros, gesticulando y diciendo sandeces «para disimular, al encuentro de los que llegaban. Y puestas aquí las cosas ya, ¿qué hacer?
Se deleitaba en ella; la escudriñaba, la recorría en todos sentidos, cuando, terminado el trabajo, y marchados los obreros, se quedaba solo entregado a sí mismo. Nadie conoció tan bien como el pequeño operario los pasajes secretos ni los rincones del gran establecimiento.
En el espacio de dos siglos se han publicado numerosas ediciones de esta obra, y ha sido traducida en diferentes lenguas, y todavía en 1845 estan disputando M. Cousin y M. Faugère sobre pasajes de gran trascendencia.
La dicción es enfática y alambicada, y los personajes desaparecen por su falta exagerada de consistencia. De algunos pasajes de ella, por ejemplo, el del ruego, que dirige el gracioso al apuntador para que no lo empale, se podría presumir que el poeta se propuso tratar este argumento irónicamente, pero siempre resulta claro que esa ironía no resplandece por igual en toda la composición.
Ya lo hemos podido notar en los pasajes anteriores; pero todavía se ve mas claro en los siguientes. «Nos falta el término para expresar con exactitud el sentimiento que tiene de sí misma la estatua modificada por muchos colores á un tiempo; pero al fin ella conoce que existe de muchas maneras, se percibe en cierto modo como un punto colorado mas allá del cual hay otros en que ella se vuelve á encontrar; y bajo este aspecto se puede decir que se siente extensa.» Antes nos habia dicho que el color no le pareceria extenso á la estatua, hasta que instruida la vista por el tacto, su formasen los ojos la costumbre de referir la sensacion simple y única, á todos los puntos de la superficie; á renglon seguido afirma lo contrario como acabamos de ver; ya la estatua se siente extensa: y el ideólogo no encuentra otro medio para evitar la contradiccion, sino el de advertirnos que el sentimiento de la extension seria vago, pues que careceria de límites.
Palabra del Dia
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