United States or Haiti ? Vote for the TOP Country of the Week !


Tratábase nada menos que de la Memoria de Velázquez publicada por su discípulo don Juan de Alfaro . La Academia incluyó su contenido en sus propias Memorias , y Castro escribió para esta ocasión un prólogo en el cual daba cuenta de que el monje jerónimo fray Francisco de los Santos, en su Descripción breve de San Lorenzo el Real, publicada en 1657, había plagiado de esta Memoria, a que se refirió Palomino, numerosos párrafos, donde aquellas pinturas se describían, seguidos de consideraciones críticas.

6 Y cuando los días de su purgación fueren cumplidos, por hijo o por hija, traerá un cordero de un año para holocausto, y un palomino o una tórtola para expiación, a la puerta del tabernáculo del testimonio, al sacerdote; 7 y lo ofrecerá delante del SE

La del Cardenal es notable por los bellos cuadros del infatigable y fecundo pintor andaluz Palomino, representando la conquista de Córdoba y el martirio del Santo-patrono, y por dos hermosas Vírgenes debidas al pincel de Torrado. La impresion que deja ese monumento es profunda y deliciosa.

También dice Palomino que retrató a Don Francisco de Quevedo «con los anteojos puestos como acostumbraba de ordinario a traer». A fines del siglo pasado, era este lienzo propiedad de Don Juan José López de Sedano, quien lo mandó grabar a Carmona para el Parnaso Español . Hoy se considera perdido, y como antigua copia el que posee el Duque de Wellington . ¡Lastima grande que no se conserve el original!

Quiso, sin embargo, que le retratara Velázquez y éste por vía de estudio pintó primero una cabeza de su esclavo Juan de Pareja, que era de generación mestizo y de color extraño: hízola dice Palomino «tan semejante y con tanta viveza que habiéndola enviado con el mismo Pareja a la censura de algunos amigos, se quedaban mirando el retrato pintado y al original con admiración y asombro, sin saber con quien habían de hablar o quien les había de responder.

El aguador de Sevilla, es el mismo de que habla Palomino, aunque su descripción adolece de poca fidelidad: según sus palabras «es un viejo muy mal vestido y con un sayo vil y roto que se le descubría el pecho y vientre, con las costras y callos duros y fuertes, y junto a tiene un muchacho a quien da de beber». Adornó primero uno de los salones del palacio de Madrid, se lo llevaron los franceses, fue recuperado del equipaje del rey intruso en 1814 después de la batalla de Vitoria; y Fernando VII se lo regaló al duque de Wellington que lo había rescatado.

El servilismo cortesano y el estilo pomposo propios de los tiempos en que escribían, hicieron a Pacheco y Palomino referir los favores concedidos por Felipe IV a Velázquez con tales colores que sus relatos sirvieron de base a una tradición, según la cual, el monarca aparecía como verdadero y entusiasta protector del artista.

Madrid, Febrero de 1650.» . Palomino dice que «cumpliendo con la puntualidad con que siempre obedeció las órdenes de Su Majestad, y aunque combatido de grandes borrascas llegó al puerto de Barcelona por el mes de Junio de 1651»; de lo cual se desprende que aun tardó dieciséis meses en volver a España.

Cuenta Palomino, que al día siguiente, cumpleaños del Príncipe Felipe Próspero, se celebró la ceremonia de la toma de hábito, y al volver Velázquez a Palacio, fue de S. M. muy bien recibido. Y en distinto lugar de su obra refiere, que después de muerto, mandó el Rey que en su figura del cuadro de Las Meninas, se le pintase sobre el pecho la cruz de Santiago.

El pintor D. Antonio Palomino, natural de Córdoba, ejecutó los lienzos de la Asuncion y de los mártires del retablo de la capilla mayor, y los de la sacristía que hizo el cardenal Salazar. Empezó en Córdoba, y los acabó en Madrid. En este año se empezó la custodia nueva para esponer el Santísimo en las octavas del Corpus y Concepcion.