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Actualizado: 3 de mayo de 2025
El tren que los llevaba a las marismas y montes de Palomares salía este año un poco más tarde y no necesitaban levantarse antes del ser de día. Todo esto necesitó saber don Álvaro para no exponerse a un choque en la vía con Frígilis o con el mismísimo don Víctor.
Todo lo encontró mal; revolvió expedientes, descubrió abusos, sacudió polvo, amenazó con suspender sueldos, negó todo lo que pudo, preparó dos o tres castigos, para varios párrocos de aldea y por fin dijo, ya en la puerta, que «no daba un cuarto» para una suscripción de los marineros náufragos de Palomares.
Andronico codicioso de ganar el presidio de sus mayores enemigos, dió al Spinola siete galeras con su Capitan Mandriol, Genovés de nacion, para que juntas con las diez y siete facilitase mas la empresa. Antonio embarcó á Demetrio, y con veinte y cinco galeras llegó el dia siguiente á las dos después de medio dia á los palomares cerca de Galípoli, y comenzó á desembarcar la gente.
Y don Álvaro estaba en traje de clérigo también, pero con bigote y perilla.... Después los tres juntos se habían puesto a cantar el Barbero, la escena del piano; él, don Víctor, se había adelantado a las baterías para decir con voz cascada: Quando la mia Rosina... el público de las butacas había graznado al oírle como un solo espectador.... Todas las butacas estaban llenas de cuervos que abrían el pico mucho y retorcían el pescuezo con ondulaciones de culebra.... «Una pesadilla» pensó Quintanar, y entre dormido y despierto emprendía la marcha a pie por la carretera de Palomares abajo.
Al día siguiente, 27 de Diciembre, don Víctor y Frígilis debían tomar el tren de Roca Tajada a las ocho cincuenta para estar en las Marismas de Palomares a las nueve y media próximamente. Algo tarde era para comenzar la persecución de los patos y alcaravanes, pero no había de establecer la empresa un tren especial para los cazadores. Así que se madrugaba menos que otros años.
Frígilis había dicho a la Regenta que Quintanar estaba herido allá en las marismas de Palomares, que se le había disparado la escopeta y.... Pero Ana, espantada, adivinando la verdad, había exigido que se la llevase a las marismas de Palomares inmediatamente.... «No podía ser, no había tren hasta el día siguiente...».
Todo el santo día lo pasaba de casa en casa, llamando a distintas puertas, visitando, charlando, recorriendo todas las partes del coloso desde las cocinas a los palomares; y por las noches, sin haber salido a la calle, llegaba a su choza provisional tan rendida como si hubiera corrido medio Madrid.
Calles tortuosas, estrechísimas y en laberinto inescrutable, sucias y con detestable pavimento; casas de una irregularidad absoluta, monstruosas, negras, desmanteladas muchas, semejando verdaderos palomares, agrupadas á la ventura y como encaramadas unas sobre otras.
De trecho en trecho había estaciones ó palomares, á cada uno de los cuales llegaba con cada carta una paloma que á él pertenecía: los empleados allí confiaban la misma carta á otra paloma, que la llevaba hasta la próxima estación, y así sucesivamente llegaba la carta á su destino. De esta manera, sin duda, el califa recibía nuevas de cuanto iba ocurriendo en sus extensos dominios.
Mesía, por disimular, pasó cinco días en Palomares, después se corrió a San Sebastián, y el día de Nuestra Señora de Agosto se presentó en La Costa, en un vapor de Bilbao, nuevo y reluciente. A don Víctor le gustaba mucho, por una temporada, la vida de fonda. Se había instalado en la más lujosa, de más movimiento y ruido, situada en el muelle.
Palabra del Dia
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