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Actualizado: 14 de junio de 2025
Ademas del diezmo que pagaban como los cristianos, contribuían á la iglesia catedral con su trabajo corporal en determinados dias, y en esto verdaderamente mas bien eran siervos que hombres de condicion libre.
Ni para una ni para otra cosa se necesitaba en el periodismo antiguo saber escribir. Pero la Caña tomaba tan en serio estas dos ramas del conocimiento humano, que cuando trabajaba parecía que estaba escribiendo la Crítica de la razón pura. Su sueldo en las redacciones no pasó nunca de treinta duros, cuando le pagaban.
Eran los barberos y sus servidores, que, una vez terminados los preparativos de la operación, querían empezarla cuanto antes. Algunos tenían tienda abierta en la capital, y deseaban volver pronto á sus establecimientos, donde les aguardaban los clientes. Estos trabajos extraordinarios y patrióticos por orden del gobierno no eran dignos de aprecio, pues se pagaban tarde y mal.
Algunas veces había encontrado en el caldo agujas de coser, hilos, dedales y hasta juguetes de niño. ¡Y pensar que otros del barrio, que sólo tenían casas de éstas, habían de alimentarse con tal bazofia, después de limpiarla como podían!... Ella la destinaba a sus cerdos. Por eso se los pagaban los tratantes de las afueras a más precio. Sólo los alimentaba con las sobras de los señores.
Se comunicaban las noticias del oficio. En Villalba pagaban el millar mejor que en Madrid. Algunos habían pedido trabajo y querían emprender el viaje tan pronto como comenzase el buen tiempo... Pero sus perros, que les olisqueaban las manos y se frotaban contra sus piernas, impacientes por emprender la marcha, les hacían fijarse en el presente y prorrumpir en lamentaciones. ¡Qué vida, caballeros!
Por el contrario, era una aldea situada en la rica llanura central del país que nos complacemos en llamar la Alegre Inglaterra, en la que había granjas que, consideradas del punto de vista espiritual, pagaban al clero diezmos muy deseables.
Entusiasmado por la generosidad con que pagaban sus trabajos astronómicos, compuso una décima en que llamaba á los Orejones protectores de la ciencia. El niño crecía. Inútil es decir que durante su infancia parecían adquirir fundamento las esperanzas de sus padres. ¡Qué precocidad! Todo lo que el niño hacía era prodigioso nunca visto ni oído.
En una segunda puerta tenía un despacho el director de la compañía, y, al entrar en ella, pagaban segunda vez los espectadores. Los datos que han llegado hasta nosotros sobre este punto , son tan diversos y opuestos y ofrecen tal confusión en lo relativo á las sumas, que se distribuían entre los hospitales y las compañías, que apenas merecen que nos tomemos el trabajo de compararlos y cotejarlos.
Yo tengo un pájaro que todo me lo comunica; y si mañana sé algo malo, andará la caña suelta como un demonio. Y plantado en la plazoleta, seguía mucho rato con la vista al grupo más numeroso, que se alejaba camino de Alboraya. Estos discípulos eran los que pagaban mejor. Iban entre ellos los tres hijos de Batiste, para los cuales se convertía muchas veces el camino en una calle de Amargura.
El largo alejamiento de la patria, la tenaz persistencia de la lucha, la efímera ocupación del suelo que reducía con frecuencia esa misma patria a los límites del campamento y en los días de batalla a la tierra del combate, la influencia, por fin, de la vida militar prolongada, habían hecho de los oficiales argentinos y colombianos el prototipo de los hombres ligeros en el pensamiento y en la acción, brillantes en la despreocupación del porvenir, viviendo au jour le jour, sabiendo que con valor pagaban, y seguros de que el caudal no concluiría.
Palabra del Dia
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