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El guerrero aceptó con alegría la orden. Su tropa llevaba varias horas de correr las calles, luchando con la rebelde curiosidad del público y repeliendo á los transeuntes y las máquinas terrestres. Cesaron de sonar las trompetas y los jinetes se desparramaron en las vías inmediatas.

Al entretenimiento y solaz del público se había provisto suficientemente, aunque no tanto, al parecer, á la satisfacción de las necesidades del arte.

El bien público era sacrificado á los intereses particulares: la virtud y el respeto á las leyes, no era mas que un nombre vano: la opresion y la inhumanidad no inspiraban ya horror á los mas de los hombres acostumbrados á ver triunfar el delito.

Cuando pasaba bajo los balcones el cuerpo inerte de Mauricia la Dura, cargado por los de Orden Público y escoltado por el gentío, Fortunata se quitó del balcón, porque le faltaba ánimo para presenciar tal espectáculo. Doña Lupe y Papitos que lo vieron todo, y esta tuvo aún la pretensión de que su ama la dejase ir a la botica para ver la cura que le hacían a aquella borrachona.

Avanzó una mano hasta tocar su hocico babeante, y el animal no hizo movimiento alguno. Entonces atreviose a algo que sumió al público en un silencio palpitante.

Hombre, eso, como este público es así... yo no me atrevería... pero mi opinión es que o debe alborotar, o le tiran los bancos. ¡Hola! No hay medio. Hay cosas atrevidas, ¡pero qué escenas! Figúrese usted que hay uno que es hijo de otro. ¡Oiga! Pero el hijo está enamorado... Deje usted: yo no me acuerdo si es el hijo o el padre el que está enamorado. Es igual.

El Proyecto Gutenberg ahora propone también otros formatos para muchos libros, pero es obligatorio que figure el ASCII. El objetivo del proyecto era poner gratuitamente a disposición de todos, por vía electrónica, el mayor número posible de obras del dominio público. El Proyecto Gutenberg era innovador por muchos aspectos.

Lope, según ellos, en vez de haber faltado al arte dramático, encierra en cuanto este arte exige, y Rámila, por su heregía literaria, merecía ser azotado en público y hasta ahorcado.

Los mismos frailes no se desdeñaban de pasar horas enteras en su tienda, ya á la vista del público, ya en los aposentos del interior en agradable sociedad... Aquella noche, pues, la sala presentaba un aspecto curioso.

Harto ya de alabanzas, y temeroso de haber atendido en demasía á conciliarse el favor del público, prefiriendo los caprichos de la moda al mérito real de sus obras, resolvió seguir otro rumbo, publicando bajo el fingido nombre de D. Gabriel Padacopeo sus Soliloquios de un alma con Dios.