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Actualizado: 26 de julio de 2025


Todos amaban á aquella familia y deploraban que D. Félix quedase á su edad enteramente solo y su noble casa sin herederos. Se habían forjado la ilusión de que la señorita María casase con algún caballero de Oviedo ó Gijón y viniese á establecerse á Entralgo y lo alegrase con tertulias y fiestas á que era tan inclinada.

Otro autor, contemporáneo de los anteriores, esto es, de los que vivieron hacia 1570, y que, según parece, tuvo también fama, fué el granadino Cosme de Oviedo, inventor de la costumbre de anunciar por carteles el título y los personajes de las comedias, que habían de representarse .

Mas al fallecer su hijo Gregorio en Oviedo y al partirse para allá María, la imagen de Flora fué adquiriendo mayores proporciones en el círculo de sus pensamientos. Ya no se limitaba á asentir cuando D.ª Robustiana le proponía llamarla á pasar unos días en Entralgo: él mismo se arrojaba á proponerlo ó buscaba ocasión para ello.

Quedándose en Oviedo no le faltaría algún señorón de levita que la tuviera en casa como una imagen comiendo caramelos y haciendo calceta. Y si á mano viene, acaso podría casar hasta con un teniente... ¡Rediós, un teniente!... ¡Hay que ver lo que es un teniente!... ¡Un gachó que manda sobre diez escuadras de hombres!... ¡Casi na!...

Si el cronista Oviedo, el de la «Natural Historia de las Indias», había escrito de los americanos las falsedades que los que tenían las encomiendas le mandaban poner, le decía a Oviedo mentiroso, aunque le estuviera el rey pagando por escribir las mentiras.

La señorita se ha puesto tan grave que mi amo no ha querido que muriese en Málaga y la ha traído á Oviedo. Allí están desde hace seis días, según creo. Se espera de un momento á otro una desgracia. D. César se llevó la mano á la frente con abatimiento y al cabo de unos instantes de silencio exclamó: ¡Así es la vida Regalado, así es la vida! ¡Oh raza de mortales!

Consagrado á ellos y ahorrando y adquiriendo cuanta tierra podía, vivió sin salir de Entralgo más que tal vez á Oviedo ó León para vigilar la venta de su ganado. Poco más de dos años hacía experimentó el inmenso dolor de ver morir tísico también como la madre á su hijo Gregorio, de edad de diez y ocho años.

El piadoso presbítero salió alegre de Córdoba con las santas reliquias en diciembre de aquel mismo año , y en enero del siguiente llegó á Oviedo, donde las recibieron con devocion suma y solemne pompa el rey, el arzobispo Hermenegildo y toda la corte.

De día y de noche no pensaba en otra cosa. Se llegaban las ferias de la Ascensión en Oviedo y pocos días antes manifestó á su padre el deseo de dar una vuelta por allá y comprar, si lo hallaba razonable, una yegua para cría.

No mucho tiempo después de la invasión mahometana se convirtió en ofensiva la guerra de los cristianos, limitados en un principio á la defensa de su inaccesible territorio, luchando tan valientemente los bravos descendientes de Pelayo, que hacia fines del siglo VIII comprendía el reino de Asturias ó de Oviedo la mayor parte de Galicia y de León.

Palabra del Dia

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