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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Además, cuando se hallaba entre amigos de confianza, osaba poner algunos reparos al texto de las Sagradas Escrituras, en el cual encontraba ciertas contradicciones de bulto. Hasta se decía que en cierta ocasión, de sobremesa con varios sacerdotes, los había puesto en grave aprieto hablando del Génesis.
Comienza, pues, Mendieta de cegarse, Vencido de zelillos y locura, De malos procurando acompañarse, Hallando en ellos corte á su hechura. No osaba de los buenos confiarse, Por ser de diferente compostura: A cuatro caballeros aprisiona, Y con mil vituperios los baldona.
Ricardo Watson, que corría el campo, deseoso de aproximarse á la estancia y temiendo al mismo tiempo irritar á Celinda con su presencia, vió también pasar á lo lejos al señor Rojas con dirección á la Presa. Esto pareció infundirle ánimo. Pero á continuación sintió miedo. No osaba acercarse á la estancia, temiendo que fuese Cachafaz el único que saliese á recibirle. Era mejor vagar por el campo.
Que vaya á contar á los de Villoria cómo tratamos á los que no quieren gritar «viva Lorío». Toribión sentía celos de aquel bravo mozo que osaba resistírsele. Además era primo de Nolo, á quien temía y aborrecía al mismo tiempo. Y en efecto, lo torgaron; esto es, le amarraron su propio palo por la espalda á los brazos con las correas de los zapatos.
Nunca sufrió el pobre Flimnap una tortura igual á la de escuchar á este personaje confundido entre el público y sin poder contestarle. Después de su triunfo en el templo de los rayos negros, se consideraba tan tribuno como el célebre sanador; pero aquí no era mas que un simple oyente que podía ser encarcelado si osaba alterar con sus interrupciones la calma de la majestuosa asamblea.
Ella era incapaz de rebelarse ante su madre: pero osaba ponerse frente á ella, en la apreciación de los méritos de aquel pariente tan querido por doña Cristina. Y como si al pensar en Urquiola recordase algún defecto moral de su novio, preguntó á éste con dulzura: Dime, Fernando. ¿Tú tienes religión? ¿Es verdad que piensas como mi tío?... Dime que no, Fernando; dime que no.
Celinda permanecía invisible, y él no osaba presentarse en la puerta de la casa, por miedo á que la hija de Rojas le recibiese hostilmente. Otra vez el pequeño Cachafaz apareció junto á las patas de su caballo, con una oportunidad providencial. Dile á la señorita Celinda si puedo entrar á saludarla.
Díjele yo a don Fernando en lo que reparaba el padre de Luscinda, que era en que mi padre se la pidiese, lo cual yo no le osaba decir, temeroso que no vendría en ello, no porque no tuviese bien conocida la calidad, bondad, virtud y hermosura de Luscinda, y que tenía partes bastantes para enoblecer cualquier otro linaje de España, sino porque yo entendía dél que deseaba que no me casase tan presto, hasta ver lo que el duque Ricardo hacía conmigo.
Ella se había imaginado el lujo de otra manera: grandes y ostentosas sillerías, muebles monumentales, y aquí apenas encontraba donde sentarse. Sólo veía divanes bajos y cojines en el suelo. Los muebles eran de aspecto tan frágil, que no osaba tocarlos; los colores de paredes y cortinas, tan raros y complicados, que daban el vértigo á sus ojos.
9 Cuando descendieron a tierra, vieron ascuas puestas, y un pez encima de ellas, y pan. 10 Les dice Jesús: Traed de los peces que cogisteis ahora. 11 Subió Simón Pedro, y trajo la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y siendo tantos, la red no se rompió. 12 Les dice Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos osaba preguntarle: ¿Tú, quién eres?
Palabra del Dia
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