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Actualizado: 7 de mayo de 2025
En las obras más antiguas de Lope de Vega y de sus contemporáneos se usa de ordinario en las narraciones, siguiendo en esto su primer destino en los antiguos romances populares; en los posteriores se emplea con más frecuencia, hasta que en Calderón y en los poetas de su época y de su escuela se usa, no sólo en las narraciones y discursos extensos, sino en la conversación ordinaria, y, sobre todo, en las ocasiones, en que la acción se mueve rápidamente ó se precipita.
Encastillada en su grandeza intelectual y sentimental, contemplaba con benignidad de ordinario, la ruindad de sus compañeras, y dejaba pasar sin correctivo sus palabras soeces. Pero en ocasiones como ahora, en que por causas desconocidas se hallaba un poco nerviosa, no podía menos de atajarlas. Vamos, hija, cállate ya, que tienes una lengua más susia que la de lo tío de la Caleta.
Ya se ponía pálida, ya se cubrían de púrpura sus mejillas. Hasta cuando exclamó D. Carlos recitando: "Pues¡qué! ¿te he dado en balde tanta prueba De amor?" vió ó imaginó ver D. Fadrique que los párpados de Doña Clara se contraían más de lo ordinario, como para recoger y ocultar indiscretas lágrimas, que ansiaban por brotar de los hermosos ojos.
Señor, la fábrica está a sesenta leguas; hay que hacer los moldes, y luego el papel, y luego secarlo, y si llueve... y luego, traerlo... y el ordinario echa quince días o veinte... y... ¿No hay quien le eche a usted a los infiernos? grito desesperado. ¡País de obstáculos!
Pocas veces se les imprime también el tono verdaderamente dramático, predominando de ordinario el épico ó el lírico, ó ahogado y confundido con la balumba de ampulosa fraseología.
Una prueba, capitán... aunque no fuesen más que esos horribles aullidos... ¿cree usted que un hombre ordinario puede gritar de esa manera?... ¿quién quiere que sea más que el condenado? Se trataba del desgraciado buey, que, presintiendo su fin, mugía lamentablemente. La verdad es, Santiago repuso el capitán estremeciéndose , que ni usted ni yo pediríamos socorro de esa manera.
Durante ese tiempo tenía que ser la propiedad de su amo, lo mismo que si fuera un buey. El siervo llevaba el traje azul que era el vestido ordinario de los siervos de aquella época, como lo fué también mucho antes en las antiguas casas solariegas de Inglaterra. ¿Está en casa Su Señoría el Gobernador Bellingham? preguntó Ester.
Por esto, sabiendo que de ordinario los hombres se gobiernan mas por las pasiones, y representaciones de la fantasía, que por la razon, no hemos de creerlos sobre su palabra, sino sobre las pruebas que alegan.
Más de quince días hace que me encuentro aquí; fue el 7 de julio el día que vine a establecerme; mi esposo ha estado en la ciudad con Cecilia. Los primeros días creí disgustarme porque no experimentaba el placer ordinario que siento cuando estoy en el campo, pero desde que vine, he ido acostumbrándome poco a poco y me encuentro ya muy bien.
¿Por qué llora usted, Rosa?... ¿Tengo yo la culpa? No, señor contestó en tono colérico. ¿Entonces? ¡Este padre, que no tiene más gusto que avergonzarme! Desde aquel día Andrés acudió a casa de Rosa. Iba de ordinario por las tardes, después de comer, y se volvía a la rectoral al toque de oración. A veces también por la mañana le guiaban a ella el deseo y los pies.
Palabra del Dia
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