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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Y muy despacio y adoptando toda suerte de precauciones oratorias, dio cuenta a Magdalena de su plan, que, como ya sabemos, consistía en llegar hasta Niza y aguardar la vuelta de Amaury en aquel invernadero de Europa, en la estación de invierno más espléndida del mundo.

Era el antiguo mayordomo del plantador; el feliz esposo de la abominable Sofía, que me presentó diciéndole que tenía que hacerle unas preguntas. Vi que con tal personaje no hacían falta precauciones oratorias, y le dije: Tengo, caballero, que pedir a usted unos informes confidenciales, referentes a un matrimonio... ¿Un matrimonio?... Bueno... bien...

Se volvió de nuevo hacia el Jurado, le contempló con una larga mirada, clara y franca, y quedó un instante pensativo, cabizbajo, levantadas ambas manos a la altura del pecho, los ojos entornados, las cejas fruncidas. Los jurados y el público le miraban con interés, esperando algo extraordinario; sólo los jueces, habituados a las maneras oratorias de aquel señor, permanecían indiferentes.

A falta de Ateneos y centros científicos, literarios ó políticos, Sandoval aprovecha todas las reuniones para desarrollar sus grandes dotes oratorias, pronunciando discursos discutiendo sobre cualquier tema y arrancando aplausos de sus amigos y oyentes. En aquellos momentos el tema de la conversacion era la enseñanza del castellano.

Perdió bruscamente la afición a aquellas furiosas broncas oratorias por un más o un menos en cualquier punto de Filosofía o de Historia; empezó a creer ridículos los sofocones que se había tomado por probar que en las civilizaciones de Oriente el poder de las castas sacerdotales era un poquito más ilimitado que el de los reyes, contra la opinión de Gustavito Tellería, el cual sostenía, dando puñetazos sobre la mesa, que lo era un poquitín menos.

Pero el tribuno no estaba dispuesto á renunciar al regocijo que su lectura provocaría en el público; era duro para él privarse de un gran éxito de hilaridad, y empezó á dar á conocer los citados datos, confiando en sus habilidades oratorias, que le permitirían emplear después esta misma lectura como un arma contra los gobernantes.

Susana se preparaba, armada de una escoba, a hacerla funcionar activamente. Me pareció que estaba en uno de sus malos días, y pensé que sería conveniente emplear algunas precauciones oratorias antes de plantear mi pregunta. ¡Qué lindas y brillantes están tus cacerolas! díjele con amabilidad. Se hace lo que se puede refunfuñó Susana, y a quien no le guste, que se queje.

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