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Actualizado: 11 de octubre de 2025


Los demás oficiales no ofrecían absolutamente nada de particular en sus rostros: facciones abultadas, ojos negros, bigotes retorcidos, perillas puntiagudas, fisonomías vulgares en un todo, aunque varoniles. Se comprendía a primera vista que les venía muy ancha la toga.

Para importa tan poco el físico en la cuestión del matrimonio, que no me fijé gran cosa en las facciones de aquel señor que me ofrecían como pudieran ofrecerme otra cosa. Ha comprendido usted mal, caballero dije al notario devolviéndole su fotografía. Preguntaba cómo era moralmente ese caballero, el señor X... hasta más amplia información. No tiene ningún vicio afirmó redondamente el notario.

Posteriormente, sin embargo, no se limitaron sólo á representar este drama religioso, sino que abrazaron toda la historia del Antiguo y Nuevo Testamento, y el vasto campo que les ofrecían las leyendas de santos. Las piezas más largas se dividían en tantas jornadas, cuantos eran los días que había de durar la representación, ocurriendo á veces que se prolongaran por cinco semanas.

Ofrecían sus casas en remotos lugares del interior, y los que continuaban el viaje sonreían agradecidos, cual si pensasen hacerles una visita dentro de breve plazo. Todos se habían vestido trajes de calle, lo mismo los que se quedaban en Río Janeiro que los que seguían la navegación. Estos últimos eran los más impacientes por bajar a tierra.

Al pasar por aquellos callejones en caracol, las bandas de mujeres jóvenes y de muchachos nos rodeaban gritando; las mujeres con una amabilidad provocadora se ofrecían a bailar, porque así ganan la vida muchas de ellas; y los muchachos pedían en coro un chavito, como los de Toledo. El que juzgase á esas mujeres por sus apariencias se equivocaría completamente.

Aunque los templos no ofrecían seguro asilo, y algunos, como el de San Sebastián, estaban en el suelo, abriéronse las puertas de las principales iglesias, cuyas comunidades elevaban preces al Altísimo, en unión del aterrorizado pueblo, que buscaba refugio en la casa del Señor.

Ni aun la belleza podía mover discordia entre ellas, porque sus atractivos ofrecían caracteres opuestos. Susana era grande, blanca, gruesa, rubia y a pesar de su edad y su doncellez tenia aspecto de Venus flamenca, perezosa y carnal. Valeria era pequeña, morenilla, delgada, pelinegra, tipo de mística española, poca materia y mucho espíritu; un fraile de Zurbarán hecho hembra.

Todo era creíble en su carácter. La marcha de aquel día fue más penosa que la del anterior; pues a los inconvenientes de la víspera hubo que añadir los que ofrecían una capa de nieve de más de media vara de espesor, con que se hallaron a las pocas horas de camino, y la que continuaba cayendo. Frecuentes veces tenían que apearse los viajeros para descender rápidas pendientes.

El muchacho pensaba con inquietud en la posibilidad de tener que guiar la barca él solo hasta la costa. De pronto, el cuerpo de blanco cristal se coloreaba de verde, creciendo y creciendo. Luego pasaba á ser moreno cobrizo, y aparecía sobre la superficie la cabeza del nadador dando bufidos, levantando los brazos, que ofrecían al pequeño toda su cosecha submarina.

Fué más profunda cada día la diversidad de las obras dramáticas, que se ofrecían al público en los teatros españoles, extendiéndose por todas partes más y más, y dando origen á ese caos, que domina ahora en todos los teatros de Europa, y que tan poca esperanza deja de que resucite de nuevo en ninguna parte un drama nacional.

Palabra del Dia

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