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El terror de 1793 en Francia era un efecto, no un instrumento; Robespierre no guillotinaba nobles y sacerdotes para crearse una reputación ni elevarse él sobre los cadáveres que amontonaba.

La civilizacion, que por lo comun se manifiesta en un sistema de compensaciones, ha debido muy nobles triunfos al genio de los ambaréses, en el ameno campo de la mas sublime de las bellas artes.

Los niños debían juntarse una vez por lo menos a la semana, para ver a quien podían hacerle algún bien, todos juntos. Y ahora nos juntaremos, el hombre de La Edad de Oro y sus amiguitos, y todos en coro, cogidos de la mano, les daremos gracias con el corazón, gracias como de hermano, a las hermosas señoras y nobles caballeros que han tenido el cariño de decir que La Edad de Oro es buena.

Un estudiante melenudo y tísico llevaba la bandera, «Es la paz lo que deseamos; una paz que una á todos los hombres», cantaban los manifestantes. Pero en la tierra, los más nobles propósitos rara vez son oídos, pues el destino se divierte en torcerlos y desviarlos.

Conviene, sin embargo, oir al mismo Lope: «Mándame, ingenios nobles, flor de España, Que en esta junta y Academia insigne Que un arte de comedias os escriba, Que al estilo del vulgo se reciba.

El primero es don Miguel Antonio Caro, hijo del inspirado poeta don José E. Caro, cuyas nobles estrofas En boca del último Inca son conocidas por todos los americanos.

Hasta había recobrado de su padre, por intercesión de don Pablo, el cuchillo regalado por Febrer, y contaba con la promesa de una pistola moderna presente del capitán: una de aquellas armas milagrosas que había admirado en Palma en los escaparates del Borne. Apenas se efectuase el casamiento de Margalida, saldría en busca de novia por el cuartón, llevando en la faja estos dos nobles acompañantes.

¡Maldito sea el fariseísmo! exclamó el otro, indignado contra la teocracia que así se introduce en el seno de las familias para torcer los más nobles propósitos y amoldarlos á fines mundanos.

Y el caballero se dejó caer de rodillas, como uno de sus nobles antepasados de la Edad Media, a los pies de la dama.

Calderón, sin embargo, no usa nunca de ese estilo grosero y bajo, que tanto nos ofende en las comedias de figurón de otros poetas; ni los personajes de caricatura son nunca en las suyas las figuras más interesantes, sirviendo tan sólo sus extravagancias para hacer resaltar más otros nobles caracteres. No siempre lo peor es cierto.