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Actualizado: 12 de julio de 2025


¿No ves un penacho de humo sobre una mancha negra? ¡Ajáa! Ahorita le guipé... Y ¿no veis más acá unas motitas blancas, como triangulitos de papel? que las veo, respondió Nieves. Pues son lanchas de pescar. ¡Tan allá? ¡Yo lo creo! Y ¿de dónde son?

La discusión fué larga y templada, y aunque las representantes del sexo débil abusaron de la palabra, no se oyó una más alta que otra, viniendo todas á un perfecto acuerdo tan luego como la digna Tintay lanzaba por entre olas de negra saliva su consabido osus-María-seff.

Llegó pocos días después el aldeano con la urraca, blanca y negra como los Padres dominicos. «Ahora, a enseñarle el idioma más vulgar posible», se dijo Belarmino, no sin cierto desconsuelo y perplejidad, porque no se le ocurrían vulgaridades ni le tentaba ingeniarse en inventarlas.

Cuidad de estar siempre ebrios, dijo el trágico Baudelaire al sentir el enorme vacío de su existencia, que fué gloriosa... más tarde, cuando una vida negra y una muerte de perro le arrojaron a la eternidad como un guiñapo muy glorioso, pero muy maltrecho y muy dolorido. En Madrid se come mal

Sus ojos se hundieron bajo las cejas y su color azul se ensombreció como un lago sobre el cual pasa una negra nube. Bajó la voz y dijo: Me recuerda usted uno de los momentos más dolorosos de mi vida. , yo amaba y amo aún á María de Freneuse.

En sus ojos brillaba la inteligencia; su voz insinuante, sus modales impregnados de natural elegancia, sus palabras llenas de prudencia, como las de Nestor, rey de Pylos arenosa, y sobre todo aquel incesante jugar con los rizos de su negra cabellera mientras hablaba, seducían á cuantos tenían la dicha de escuchar sus lecciones. Su fuerte era la teología moral.

Surgía de su cabellera negra peinada a la diabla, con gracioso descuido; de su cuerpo esbelto, del revoloteo de sus faldas. Era una esencia sobrenatural que seguramente no podía comprarse en perfumería alguna, que tal vez era un engaño de la imaginación, pero se le subía a la cabeza como el más fuerte de los vinos. Ninguna mujer, al pasar junto a Maltrana, olía así.

La negra y rizada cabellera que ceñía sus cándidas sienes, formando undosos y perfumados bucles, se la cortó él mismo, y te la envía como último presente. El escudero Chandac tiene el encargo de entregártela, y ya se adelanta a cumplirle, si le dejas penetrar hasta aquí. Ya estáis muertos y separados de él. Estáis muertos porque no tenéis memoria y no le recordáis.

Y allá vamos, hacia Hiang-Hiano, villa negra y amurallada, donde atracan los barcos que descienden de Tien-Tsin.

Ante todo, hay que nacionalizar la tierra... Apenas hubo dicho estas palabras, cuando los otros dos le interrumpieron dando voces; replicó en el mismo tono el de la barba negra, y tal escándalo promovieron entre los tres, que las gentes de la vecindad, que eran todas muy pobres, acudieron a la casa del enfermo y los arrojaron de ella.

Palabra del Dia

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