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Actualizado: 8 de junio de 2025
El centro de la nave lo ocupaba el piquete y la banda de música militar, en correcta formación. A ambos lados, filas de hombres, que miraban al techo o a las capillas laterales, como si no supiesen qué hacer de los ojos.
En 1399 D. García Fernandez Heredia, Arzobispo de Zaragoza, favoreció la renovación y fábrica de este convento, y a sus espensas se hizo la Iglesia que fue magnífica por su solidez y arquitectura aunque de una sola nave y adornada con buenos altares.
Frente á la Casa Real hay un hermoso y espacioso jardín en cuyo centro se alza un sencillo monumento dedicado á la memoria del Gobernador D. José María Peñaranda. La iglesia es de una sola nave, y tanto su construcción como cuanto contiene, es muy pobre. Su administración corre á cargo de un clérigo indígena.
Llegó, pues, esta gente que guardaba La nave vizcaina, y en llegando Al piloto unos grillos luego echaba El Juan Ortiz la cosa exagerando. El preso su venida disculpaba, El miedo por escusa presentando, Diciendo: "que en la nave
Metí en la nave lo que llevaba, vino, pan y otras cosas semejantes, y algunos papagayos que traia de las Indias. Aquella noche bebió el patron mas que debiera, y por mi bien se olvidó de mí, y me dejó en la posada: dos horas antes de amanecer, mandó al piloto que se hiciese á la vela.
En la más alta cima de la Peña, creyó distinguir con envidia al enamorado Bernardín Riveiro, que todavía oteaba la extensión del Atlántico y buscaba con lágrimas la estela de la nave que le arrebató a doña Beatriz.
El coro, que se llamó despues crucero en su interseccion con la nave central, solia revestirse de mármoles: separábale del presbiterio un segundo cancel, cuyas puertas custodiaban los acólitos. Una escalinata conducia al santuario ó presbiterio. Detrás del altar, á modo de corona, se sentaban en coro los presbíteros, con los obispos á la derecha, y la silla pontifical en el lugar preeminente.
En otros tiempos Van-Stael, que gozaba fama de valiente hombre de mar, había navegado por su cuenta y en nave propia, dedicándose a la pesca del trépang; pero a los cuarenta años, cuando ya se creía suficientemente rico para acabar su vida entre comodidades en alguna ciudad del Extremo Oriente, tuvo la desgracia de arruinarse.
Sólo mar y cielo se hubiera visto, sino apareciese ante los ojos encantados de los de la nave, no lejos de ella y en medio del piélago azul, algo a modo de ingente y precioso canastillo de flores y verdura, que parecía flotar sobre la superficie del Atlántico.
Estaba el Almirante del armada Con solo un cable y ancla: el porfiado E importuno sur desamarrada La lleva, habiendo el cable reventado. La nave por la mar andaba errada, El piloto no acierta de turbado A decir ni mandar lo que conviene, Que en el alma metido el miedo tiene.
Palabra del Dia
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