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Actualizado: 18 de octubre de 2025
Creímos en el primer momento que aquellos viajeros de infantería serían meros amateurs de excursiones á pié, como hay tantos en Suiza, donde las bellezas del país y las facilidades de comunicacion convidan á esa clase de peregrinaciones, indispensables para el naturalista y las mas fructuosas y económicas para los estudiantes y turistas pobres y curiosos.
Se puso fuertemente colorada: apretó el paso embargada por la vergüenza. ¿Por qué habría hecho aquella tontería? ¿Qué iba a pensar el joven naturalista? Cuando menos, se figuraría que estaba enamorada de él.
Nuestros contemporáneos ciertamente no lo habían olvidado cuando vieron traspasar la frontera el estandarte naturalista, que no significaba más que la repatriación de una vieja idea; en los días mismos de esta repatriación tan trompeteada, la pintura fiel de la vida era practicada en España por Pereda y otros, y lo había sido antes por los escritores de costumbres.
El amor de Maurescamp, sin embargo, no contenía ningún elemento durable: era, para emplear una expresión de actualidad, un amor naturalista, y los amores naturalistas, aunque no se parecen a la rosa, tienen, sin embargo, su efímera duración.
Puede llamarse novela naturalista a Madame Bovary; pero no cabe duda de que Flaubert vivió y murió romántico impenitente, y nadie negará, por de contado, que La Tentación de San Antonio es obra de un desenfrenado idealismo, y que Salambó pinta un mundo tan convencional y tan falso como el de cualquiera otra de las novelas con pretensión de históricas.
Más fácil me sería echarme a filósofo, a naturalista o a poeta. ¿No es mejor, sin embargo, que cuide de mi hacienda en santa paz, y procure ser un buen ciudadano, un miembro útil y activo del cuerpo social, y un caballero agradable y entretenido?
Que no se apoca el humano entendimiento por descubrir el borde mas allá del cual no le es dado caminar; muy al contrario esto le eleva y fortalece: así el intrépido naturalista que en busca de un objeto ha penetrado en las entrañas de la tierra, siente una mezcla de terror y de orgullo al hallarse sepultado en lóbregos subterráneos, sin mas luz que la necesaria para ver sobre su cabeza inmensas moles medio desgajadas, y descurrir á sus plantas abismos insondables.
Me irrita esta fábula dice el naturalista . Es una historia inmoral, que enseña á los hombres desde su infancia el respeto á la avaricia y á la crueldad, el culto del egoísmo, la burla soez contra los idealistas, que piensan en algo más que la satisfacción de los apetitos materiales. Todo es mentira en este relato inventado hace miles de años.
De pronto estalló la cólera de Ulises... El oficial holandés, el sabio naturalista, el cantante que se pegó un tiro, y ahora el falsificador de antigüedades... Pero ¿cuántos hombres había en su existencia? ¿Cuántos quedaban aún por llegar?... ¿Por qué no los soltaba todos de una vez?... Freya quedó sorprendida por la violencia del exabrupto. Le daba miedo la cólera del marino.
En presencia de esos portentos de la ciencia, del arte y del comercio y los viajes, y agitado por tan profundas impresiones, sentí duplicarse mi fe en el progreso infinito y fortalecerse mi creencia en la mancomunidad de todos los pueblos en la obra inmensa de la civilizacion. ¿Para qué ese lujo de plantas de todo el globo en prodigiosa variedad? ¿Qué significa esa asamblea universal de verdura, de perfumes, de colores, de formas singulares, de familias de la vegetacion de todas las regiones? ¿Es solo en servicio de la ciencia y la industria que el viajero naturalista recoge del uno al otro polo los matices vivientes del manto con que la naturaleza cubre el seno de la tierra?
Palabra del Dia
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