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Actualizado: 12 de junio de 2025
Al principio he encontrado resistencias, provenidas de la costumbre inveterada, y aun del amor propio de las mujeres, que no querían aparecer como perezosas, pues aquí, como en todos los pueblos pobres de México, y particularmente los indígenas, una de las grandes recomendaciones de una doncella que va a casarse es la de que sepa moler, y ésta será tanto mayor, cuanta mayor sea la cantidad de maíz que la infeliz reduzca a tortillas.
Cuéntame cuántos hijos tienes... ¡Porque tú debes tener muchos hijos! ¡Papá! protestaba Chicha, que siempre andaba cerca, temiendo las malas enseñanzas del abuelo. ¡Déjate de moler! gritaba éste, irritado . Yo sé lo que me digo. La paternidad figuraba inevitablemente en todas sus fantasías amorosas. Estaba casi ciego, y el agonizar de sus ojos iba acompañado de un creciente desarreglo mental.
Comenzó luego a hacer la causa, y porque me sonaron unas llaves en la faldriquera, dijo y escribió que eran ganzúas y aunque las vio, sin haber remedio de que no lo fuesen. Díjele que era don Ramiro de Guzmán y rióse mucho. Yo, triste, que me había visto moler a palos delante de mi dama, y me vi llevar preso sin razón y con mal nombre, no sabía qué hacerme.
El cabrero, que ya estaba cansado de moler y ser molido, le dejó luego, y don Quijote se puso en pie, volviendo asimismo el rostro adonde el son se oía, y vio a deshora que por un recuesto bajaban muchos hombres vestidos de blanco, a modo de diciplinantes.
Lo que le interesaba principalmente era la salud de su esposa, que no sobreviniese ningún incidente. Todo se volvía entrar y salir del cuarto, tomarla el pulso y moler a preguntas a don Rufo. En opinión de éste, Ventura podía criar sin inconveniente a su hija. Era una muchacha robusta, bien conformada.
13 Llevaron los jóvenes a moler, y los niños desfallecieron en la leña. 14 Los ancianos cesaron de la puerta, los jóvenes de sus canciones. 15 Cesó el gozo de nuestro corazón; nuestro corro se tornó en luto. 16 Cayó la corona de nuestra cabeza. ¡Ay ahora de nosotros! Porque pecamos. 17 Por esto fue entristecido nuestro corazón, por esto se entenebrecieron nuestro ojos,
Mi padre, que Dios perdone, tenía cargo de proveer una molienda de una aceña, que está ribera de aquel río, en la cual fué molinero más de quince años. Pues siendo yo niño de ocho años, achacaron a mi padre ciertas sangrías mal hechas en los costales de los que allí a moler venían, por lo cual fué preso y confesó y no negó y padesció persecución por justicia.
¿Qué personas o qué castillo dice -respondió uno de los molineros-, hombre sin juicio? ¿Quiéreste llevar por ventura las que vienen a moler trigo a estas aceñas? ¡Basta! -dijo entre sí don Quijote-. Aquí será predicar en desierto querer reducir a esta canalla a que por ruegos haga virtud alguna.
Si no la has de comprar, si todo es gana de moler, ¿para qué quieres verla? ¿Crees que yo no tengo nada qué hacer?». «Lo que dije; estas mujeres marean a Cristo. Hay otra clase, sí señora. ¿La compras, sí o no?
Pardiez, yo no me pienso moler por quitar las barbas a nadie: cada cual se rape como más le viniere a cuento, que yo no pienso acompañar a mi señor en tan largo viaje. Cuanto más, que yo no debo de hacer al caso para el rapamiento destas barbas como lo soy para el desencanto de mi señora Dulcinea.
Palabra del Dia
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