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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Ni con sus humildes rezos, ya en el templo solitario, ya en su mezquina celda, había contribuido Fray Miguel a ninguna de las altas empresas que se habían llevado a cabo.

Lo cierto es que desde el día en que el cura había echado la bendición nupcial sobre doña Gertrudis, se puede asegurar que esta noble señora no había hecho otra cosa que atender a los quebrantos y lacerias de su cuerpo, arrastrando una vida mezquina al través de las enfermedades más extrañas e inverosímiles que jamás se hubiesen visto.

A la hora de mediodia se presentó el ermitaño á la puerta de una casuca muy mezquina, donde vivia un rico avariento, y pidió que le hospedaran por pocas lloras. Recibióle con áspero rostro un criado viejo mal vestido, y llevó á Zadig con el ermitaño á la caballeriza, donde les sirviéron unas aceytunas podridas, un poco de pan bazo, y de vino avinagrado.

Aun es hermosa, y en vano la enfermedad, la tristeza de su marchita belleza, anublan el esplendor; y áun á pesar de las canas que emblanquecen sus cabellos, hay en sus ojos destellos de juventud y de amor. Amor doliente, infinito, mal herido, acongojado, en ardoroso cuidado, en apenador afan; corriente de desventura, que la materia mezquina gasta, corroe, calcina, como el fuego en un volcan.

No, replicó Dimmesdale llevándose la mano al corazón, con una rápida rubicundez en la frente y una contracción de dolor en el rostro, si yo fuera más digno de ir allí, tendría más satisfacción en trabajar aquí. Los hombres buenos siempre se forman de propios una idea demasiado mezquina, dijo el médico.

Eran árboles que no podían ser llamados viejos, por resaltar mezquina é insuficiente esta denominación; eran simplemente antiguos, sin edad visible, con un aire de inmutable eternidad que los hacía contemporáneos de las rocas y de las olas.

Sus lienzos desiguales y abandonados, sus viejos torreones, su balconaje oscuro y pobre, su mezquina estatura que no llega ni con mucho á la talla de los palacios, todo su conjunto en una palabra no ofrece nada que admirar, razon por la que seguimos adelante, y á la verdad que es un apuro no pequeño para , que no donde llevar al lector: ¡tan diferente es Turin de Venecia !

-Levántate, Sancho -dijo a este punto don Quijote-, que ya veo que la Fortuna, de mi mal no harta, tiene tomados los caminos todos por donde pueda venir algún contento a esta ánima mezquina que tengo en las carnes.

Roland, en sus memorias. Cuando, nutrida de historia, hube encarado la extensión del mundo, la sucesión de los siglos, la marcha de los imperios, las virtudes públicas, los errores de tantas naciones, me parecía mezquina, ridícula, atroz, la idea de un creador que entrega a los tormentos eternos a esos innumerables individuos, débiles obras de sus manos, arrojados sobre la tierra en medio de tantos peligros y en la noche de una ignorancia de la que tanto han sufrido ya.

Pero por lo menos podría vivir todavía; podría arrastrar todavía esta miserable existencia para que el niño no se viera privado de la mezquina parte de felicidad a que tiene derecho; pero para eso sería necesario que yo supiera una cosa, que me viera libre de un espantoso tormento; de lo contrario, es imposible. Con la mejor voluntad del mundo, es imposible; si no fuera así, me consumiría vivo.

Palabra del Dia

vorsado

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