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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Volvamos, sin embargo, á tratar del hombre que merece mención expresa por haber sido el primer autor dramático de alguna importancia, aunque todavía apenas se descubran en sus obras los grandes dotes de los que le sucedieron. Juan del Encina nació hacia el año de 1469 en Salamanca ó sus cercanías, y acabó sus primeros estudios en dicha ciudad.
La enferma, V. lo sabe, no está para nada: el señorito Javier no sé si se habrá fijado; pero ese... lo mejor que le podía suceder era que la señorita Julia saliera de casa. ¿Y ella? Doña Carmen dice que sí, que la señorita ha comprendido que V. la quiere; yo, a decir verdad, no lo sé. ¡Ojalá le hiciese a V. caso! todo se lo merece... aunque no sea más que por lo que ha sufrido.
Yo... ¡eh! ¡de qué he de ser yo capaz!... abriría yo de buena gana, que bien lo merece, el alma torcida del conde, puerta bastante para que se escapase del cuerpo, si no hubiera de perderte... ¡Ah! sí... sí... yo estoy loca... tan desesperada estoy, que si tú fueras otro hombre, no sé á dónde me llevaría mi locura; pero si tú fueras capaz de una infamia... yo no te amaría...
San Germain l'Auxerrois merece tambien la visita del viajero; su elegante construccion, aunque de formas un tanto aplastadas, sus estilos diferentes que constituyen un conjunto bizarro, su belleza interior, forman un todo muy bueno y hacen de San Germain una de las mas hermosas iglesias de Paris.
Esta obra extraña, que no tiene nada de poética, no merece que se le atribuya otra importancia, que la inherente á la inclusión en ella de los nombres y noticias de unos 330 poetas españoles.
Veamos, pues, si la adquisición de tan pequeña cantidad de interés merece ser castigada con afrentas y martirizada con galeras; y así, otra vez digo que el señor alcalde se remire en esto, no se arroje y precipite apasionadamente a hacer lo que, después de hecho, quizá le causara pesadumbre.
Y, si es que mi buen intento merece ser agradecido con algún género de cortesía, yo os suplico, señor, por la mucha que veo que en vos se encierra, y juntamente os conjuro por la cosa que en esta vida más habéis amado o amáis, que me digáis quién sois y la causa que os ha traído a vivir y a morir entre estas soledades como bruto animal, pues moráis entre ellos tan ajeno de vos mismo cual lo muestra vuestro traje y persona.
Hazañas tan memorables merecían una pluma delicada que las escribiese segun correspondia. Tal era la de DON FRANCISCO DE MONCADA, no menos célebre por la espada, que por la pluma; y digno de ser tan conocido, como merece la grandeza de su ingenio y de su alto nacimiento.
Podría suceder que él no me quisiera ya. ¡Bonita idea! ¿Me tienes por un necio? ¿Me crees capaz de inclinarte a ser esposa de un hombre, sin saber si ese hombre te quiere, y lo que es más aún, que te merece? ¡Entonces, ha hablado usted con él!... ¿le ha dicho?... y ¿él le ha dicho?... ¿ustedes se han ocupado de esto antes de hablarme a mí?... ¿
Menos seguro estaría si tuviera que habérmelas con mi excelente amigo Sorege... ¡Ah! miserable... Sí, muy miserable... Ese merece todo nuestro odio y todo nuestro desprecio. ¡Pero paciencia! Esperemos á saber exactamente qué papel ha desempeñado en el drama y yo respondo de que será castigado por todo lo que nos ha hecho sufrir.
Palabra del Dia
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