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Actualizado: 14 de junio de 2025
Entre sus numerosas propiedades en las enfermedades de la infancia, es necesario indicar la de facilitar la lactancia en los casos en que la nodriza, aunque tiene la leche abundante, el niño, sin embargo, rehusa coger el pecho. El mercurio es necesario si la leche es muy serosa. En la mayor parte de las indicaciones de la cina, la helmintiasis entra como elemento accesorio.
La flexibilidad de los tejidos en esta edad parece escluir el eretismo propio de este medicamento; la ipecacuana, la manzanilla, la belladona, el mercurio y la sal de nitro le reemplazan ventajosamente. =H.= Tísis tuberculosa.
El estado general que en los niños se confunde muy fácilmente con el que caracteriza á otras enfermedades, presenta síntomas que diferencian al mercurio del borax. En este, hay ardor y sequedad en la boca, que sangra fácilmente; en el mercurio, aftas confluentes y salivacion.
Si se alterna con la belladona algun otro medicamento como el mercurio, es necesario elevar proporcionalmente las dósis de este, sin necesitarse casi nunca mas que las trituraciones dadas al interior.
Este medicamento es siempre útil, hasta en la cáries de los huesos con flogosis del periostio y sensibilidad de la parte, en lo cual difiere del oro, del sílice, del grafito y de la plata, asemejándose, por el contrario, á la belladona, pulsatila y mercurio, si bien estos medicamentos son superiores en la inflamacion del periostio y de los huesos.
Dixo Mercurio: quiero que me nombres Desta turba gentil, pues tu lo sabes, La alteza de su ingenio con los nombres. Yo respondi: de los que son mas graves Diré lo que supiere, por moverte A que ante Apolo su valor alabes. El escuchó. Yo dixe desta suerte. Colgado estaba de mi antigua boca El dios hablante; pero entonces mudo, Que al que escucha, el guardar silencio toca.
Este muerto de sed, aquel de hambre: Yo dixe, viendo tantos con voz alta, Cuerpo de mi con tanta poetambre! Por tantas sobras conoció una falta Mercurio, y acudiendo á remedialla, Ligero en la mitad del bagel salta. Y con una zaranda que alli halla, No sé si antigua, ó si de nuevo hecha, Zarandó mil poetas de gramalla.
Amaba infinitamente más a Mercurio que a Venus. Su afición al juego, a toda clase de juegos, era tan desmedida que bien podía decirse que su vida entera estaba consagrada a ella, que había nacido para jugar. Vivía solo, con ama de llaves, criado y cocinera.
Gabriel lamentaba la suerte de la pobre joven, viendo cómo la había devuelto al mundo después de su fuga del hogar. Las consecuencias de su mal la martirizaban de vez en cuando con horribles dolores que ella procuraba ahogar. Si sonreía, sus dientes se mostraban ennegrecidos y rotos por la absorción del mercurio, entre unos labios de triste color de violeta.
Pero Mercurio le dijo que no debía dormir entre los enemigos, y se lo llevó otra vez a Troya sin que los vieran los griegos. Y hubo paz doce días, para que los troyanos le hicieran el funeral a Héctor.
Palabra del Dia
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