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Actualizado: 17 de junio de 2025
Era ésta una gran casa de madera, fabricada al estilo de las que aun se ven en las calles de nuestras ciudades más antiguas; ahora cubiertas de musgo, derrumbándose, y de aspecto melancólico, mudos testigos de las penas ó alegrías de que fueron teatro sus obscuras habitaciones.
El amor, que es la vida misma, no muere, se traslada. ¿Por ventura las golondrinas que vienen a anidar en los balcones de la Córdoba actual no aman como las que anidaban en la Córdoba antigua? ¿Y dentro de aquel montón, oscuro y melancólico, de casas no hay risas, no hay suspiros, no se vierten lágrimas de amor?
» Empieza. oí que decía una voz detrás de mí. » Volví la cabeza y vi al doctor. »El vals, como usted ya sabe, Antoñita, era uno de esos enloquecedores motivos de melancólico ardor que nadie sabía desarrollar sino el autor de Freyschutz, con su poderoso genio. »Yo no la sabía de memoria; tenía que ir, por lo tanto, descifrando las notas mientras tocaba.
Continuaba nevando, y todo lo vi negro por el cielo y blanco por la tierra, sin que turbaran la serenidad de aquel cuadro melancólico otros rumores que los del río, muy encrespado con los tributos de las pasadas celliscas y el que estaba recogiendo de la nieve que se deshacía a su contacto con él.
La boda de Gallardo era un acontecimiento nacional. Hasta bien entrada la noche sonaron las guitarras con melancólico quejido, acompañadas de palmoteo y repique de palillos.
En los últimos siete años vivió bajo el imperio de su torpe apetito insaciable. Jamás un pensamiento melancólico de remordimiento vino a acusar en aquella ruin naturaleza la presencia del sentido moral. Cada vez más exacerbada su ansia de goces la arrastraba últimamente a mil pasos extravagantes y peligrosos.
La noche se echaba encima y bajaron despacio por la calle de Alcalá. Al pasar por delante de un restaurant, Mario tuvo una inspiración. ¡Si entrásemos aquí a comer! Carlota se opuso. No estaban ellos para gastar el dinero tontamente. Y siguieron caminando hacia casa. Pero Mario se había quedado silencioso y melancólico. Unos pasos antes de llegar Carlota se volvió hacia él con semblante risueño.
Discrecion en el uso de las facultades del alma. La reina Dido. Alejandro. Ahora añadiré que si bien esto es preciso cuando se trata de aquellas verdades, cuya naturaleza consiste en relaciones con dicho sentimiento, como todo lo bello ó tierno, ó melancólico ó sublime; no lo es cuando la verdad pertenece á un órden distinto que nada tiene que ver con nuestra facultad de sentir.
Diríase el espíritu del abismo meditando sus secretos; el alma que llega ó la que algún día debe vivir. ¿O acaso debemos ver en ello el melancólico ensueño de un destino imposible que nunca ha de alcanzar el término apetecido? ¿O el llamamiento á la dicha de amor, único consuelo que en este mundo nos queda?
Se ponía melancólico cuando estaba lejos de ella. Y no bien despachaba los asuntos de su casa, se iba a acompañarla en la fonda donde ella vivía. Con rapidez extraordinaria tomó Rafaela sobre el viejo omnímodo ascendiente y le ejerció con discreción y provecho.
Palabra del Dia
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