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Actualizado: 7 de julio de 2025


Al descender del cuello de Forclaz hácia la llanura de Martigny, el espectáculo que se domina con la vista es tan grandioso como pintoresco.

El joven Roger quiso poner el peso de la Francia en la balanza en que no alcanzaba a pesar bastante el partido europeo civilizado que destruía Rosas, y M. Martigny, tan apasionado como él, lo secundó en aquella obra más digna de esa Francia ideal que nos ha hecho amar la literatura francesa, que de la verdadera Francia, que anda arrastrándose hoy día tras de todas las cuestiones de hechos mezquinos y sin elevación de miras.

El camino de la «Cabeza-NegraEl canton de Valais. El Valle del Dranza y Martigny. El Ródano. Allí el viajero se encuentra totalmente rodeado de los magníficos cuadros de la naturaleza alpestre, de tal manera análogos, aunque multiformes, que no se percibe muy fácilmente la transicion al pasar del país monárquico de Saboya á la republicana Suiza.

San-Mauricio, villa antiquísima y de aspecto enteramente feudal, con 1,250 habitantes, es la única localidad que llama la atencion en todo el trayecto de Martigny al puerto de Boveret en el lago Leman. Algunos excursionistas muy aficionados á ciertas antiguallas suelen detenerse allí para ver algunas curiosidades de poco valor.

M. Martigny, uno de los pocos franceses que habiendo vivido largo tiempo entre los americanos, sabía comprender sus intereses y los de Francia en América, francés de corazón que deploraba todos los días los extravíos, preocupaciones y errores de esos mismos argentinos a quienes quería salvar, decía de los antiguos unitarios: «son los emigrados franceses de 1789; no han olvidado nada ni aprendido nada». Y efectivamente: vencidos en 1829 por la montonera, creían que todavía la montonera era un elemento de guerra, y no querían formar ejército de línea; dominados entonces por las campañas pastoras, creían ahora inútil apoderarse de Buenos Aires; con preocupaciones invencibles contra los gauchos, los miraban aún como sus enemigos naturales, parodiando, sin embargo, su táctica guerrera, sus hordas de caballería y hasta su traje en los ejércitos.

Al frente se ven las complicadas serranías de los Alpes berneses, cubiertas de abetos ó praderas en sus faldas, ó mostrando algunos flancos y picachos desnudos, y en cuyas mas altas eminencias brillan como coronas de diamante los nevados de «Diablerets, Arbelt, Strubel, etcEn el fondo se ve el valle del Ródano, violentamente truncado en ángulo recto, y los valles convergentes del «Dranza», rio que desciende de la cadena suizo-italiana y desemboca en el Ródano cerca de Martigny, y del Trient, que sale de entre su laberinto de montañas salvajes á engrosar el mismo Ródano un poco mas abajo de la confluencia del Dranza.

Palabra del Dia

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