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Actualizado: 25 de junio de 2025
La más suculenta gelatina se le acedaba, irritábanle los mariscos, la carne asada le daba náuseas, lo caliente le producía frío, con lo helado sudaba, las trufas le enfurecían, el rico Borgoña se le antojaba brebaje despreciable y la manzanilla le daba ganas de llorar; púsose al fin más triste que San Juan cuando descubrió la estrella del ajenjo que vertía hiel sobre la tierra.
A trechos agrupábanse, formando abanicos, largas y estrechas valvas de mariscos que tenían la transparencia acaramelada del carey. Eran regalo del tío Ventolera, así como dos caracolas enormes que adornaban la mesa, blancas, erizadas de púas y con el interior de un rosa húmedo, como el de la carne femenil.
Que en el puerto entran muchas ballenas; que vió una salina de sal de piedra de 4 ó 5 leguas de circunferencia; que en aquella costa hay ricos y abundantes pescados y mariscos, y que aquel campo abunda de liebres, huanacos y leones, de que se sustenta aquel destacamento.
Pero sus íntimos le habían oído, en el secreto de la confianza, después de comer bien, a la hora de las confesiones, que para él no había afrodisíaco mejor que el frío. «Ni los mariscos producen en mí el efecto del agua y la nieve». Y como sus aventuras eran todas rurales, salía el buen Vegallana a desafiar los elementos, recorriendo las aldeas, entre lodo, hielo y nieve en su coche de camino.
El doctor Montifiori era un católico recomendable, desde todos puntos de vista; miembro de dos o tres hermandades religiosas, él sabía conciliar, como nadie, la misa de la una del día con la cena alegre de la una de la noche, la hostia sacrosanta del altar con los mariscos perfumados del Café de París.
Se colocan las pechugas en una fuente después de cocidas, se pasa la salsa y se vierte por encima, guarneciendo la fuente con picatostes. PECHUGAS DE CAPÓN CON TRUFAS. Con unas tiritas de trufas se mechan las pechugas, se sazonan de sal y se ponen con manteca y jerez; se les sirve con salsa de trufas y se adorna la fuente con mariscos, aceitunas y menudillos de ave bien fritos.
Todo el mundo conoce la fecundidad de la provincia de Pontevedra, que es una de las más pobladas, si no la más poblada, de España. Esta fecundidad suele atribuírsele a los mariscos, y si la explicación es exacta, los mariscos vienen a ser, en fin de cuentas, los verdaderos responsables del nepotismo español. ¡El nepotismo español o las ostras, los cangrejos y los percebes de las rías bajas!...
Dentro de poco será capaz de pedir que lo maten automáticamente y que lo desmenucen de un modo científico. Las costumbres patriarcales del cerdo gallego van desapareciendo. El cerdo progresa. Y si esto continúa así, será cosa de recomendar a nuestros políticos que coman cabeza de cerdo a ver si se les pega algo. Uno de los mariscos más dignos de estimación es la vieira.
De los arsienidos encontramos en Filipinas gran variedad de escorpiones ó alacranes venenosos y de arañas tejedoras. Los crustáceos cuentan en las islas infinitas especies, que como los cangrejos, las langostas, los langostinos y otras, viven en el mar, en los ríos y en las lagunas, y constituyen un riquísimo y abundante alimento para los indios, aficionados en extremo á todo género de mariscos.
Sus elegantes compañeras le creían loco al escuchar los disparatados pensamientos que le sugerían el vino, la vista de los mariscos y el recuerdo de ciertas lecturas fragmentarias y rápidas de su juventud. «Vamos a comernos a nuestros abuelos, como alegres antropófagos que somos.»
Palabra del Dia
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