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Actualizado: 15 de mayo de 2025


Cerca de él, al alcance de su vista, había dos hombres que de pie y encorvados escribían en grandes libros puestos sobre pupitres de pino. ¿Qué traes por aquí? dijo uno de los escribientes al acercarse la mujer. ¿Cómo ha quedado Gasparón? preguntó el otro. Pues, ¡cómo ha de quedar! Manco. ¿Y a qué vienes? A cobrar.

La Gaceta de Rosas, tan pródiga en calumnias y difamaciones, no acierta a injuriarlo con provecho, descubriendo a cada paso el respeto que a sus detractores inspira; llámale manco boleado, castrado, porque siempre ha de haber una brutalidad y una torpeza mezclada con los gritos sangrientos del caribe.

Echamos suerte entre doce señalados por él, y cúpome a . Avisé a mis padres que me buscasen galas. Llegó el día, y salí en un caballo ético y mustio; el cual, más de manco que de bien criado, iba haciendo reverencias. Las ancas eran de mona, muy sin cola; el pescuezo, de camello y más largo; la cara no tenía sino un ojo, aunque overo.

381 Tampoco a la le temo; yo la aguanto muy contento; busco agua olfatiando el viento y, dende que no soy manco, ande hay duraznillo blanco cavo, y la saco al momento. 382 Allá habrá siguridá ya que aquí no la tenemos; menos males pasaremos y ha de haber grande alegría el día que nos descolguemos en alguna toldería.

Venían con esto los ochavos trompicando y ganaba mucho dinero. Y ganara más si no se me atravesara un mocetón mal encarado, manco de los brazos y con una pierna menos, que me rondaba las mismas calles en un carretón y cogía más limosna con pedir mal criado.

8 Por tanto, si tu mano o tu pie te fuere ocasión de caer, córtalos y echalos de ti; mejor te es entrar cojo o manco a la vida, que teniendo dos manos o dos pies ser echado al fuego eterno. 9 Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; que mejor te es entrar con un ojo a la vida, que teniendo dos ojos ser echado al quemadero del fuego.

El Caballero camina entre ellos como un viejo patriarca entre su prole: Dolor, Miseria y Locura. ¡Catay, el amo que torna! ¡Vuelve a su silla el rey de Castilla! EL MANCO LEON

No es nuestro ánimo pintar aquí la famosa batalla de Lepanto, ni al propósito de nuestro libro conviene; que el curioso puede verla en las historias que de ella hablan largamente, y con pelos y señales: gran jornada fue, gran gloria alcanzó en ella nuestra patria; que puesto que fueron diversas las naciones que con sus armadas a aquella empresa acudieron, por generalísimo fue nuestro don Juan de Austria, y a su prudencia y a su buen consejo y a su aliento, se debió que aquel grandísimo triunfo se lograse; y más grande fuera, si a todas sus consecuencias se hubiera llegado: a nosotros sólo nos compete decir en el presente libro, cómo fue que nuestro Miguel conquistó en aquella memorable jornada su glorioso apodo de Manco de Lepanto.

El Sultán, alarmado con tal contrariedad, que dejaba manco el número de ganapanes y aljameles fijado por el caprichoso Ben-Farding para que lo porteasen, se dirigió a Abu-el-Casín y le dijo: He aquí, amable capitán de la guardia africana, cómo llegan trances y casos en que se echa de menos la sabiduría. ¿De qué traza nos valdremos para llevar a debido cumplimiento las discretas exigencias de mi buen amigo Ben-Farding?

Haldeando venia, y trasudando El autor de LA PICARA JUSTINA, Capellan lego del contrario vando. Y qual si fuera de una culebrina Disparó de sus manos su librazo, Que fue de nuestro campo la ruina. Al buen TOMAS GRACIAN mancó de un brazo, A MEDINILLA derribó una muela, Y le llevó de un muslo un gran pedazo.

Palabra del Dia

ancona

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