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Actualizado: 24 de junio de 2025


Dos ideas ocupaban su imaginación: la primera mandar que buscasen y avisasen a la célebre Mónica para que estuviese dispuesta a volver a su servicio si la cocinera provisional no cumplía bien su sagrada obligación; y la segunda, no permanecer ocioso en materia de amores, para evitar lo cual, entre cada dos bocanadas de humo, dirigía unas cuantas miradas a la casa de enfrente, donde vivía una viuda de peregrina belleza, pero de tan fresca y reciente viudez, que don Juan no juzgaba cuerdo empezar todavía su conquista.

Fumándolo estaba y envolviéndose en nubes de humo y en otras aún más espesas de cavilaciones trascendentales cuando llamaron suavemente con los nudillos y se oyó la voz de doña Mónica: ¿Está usted visible, señor de Barragán? Este se apresuró a encerrar la mesa giratoria en el armario. Adelante, doña Mónica. Apareció la buena señora. Pues aquí preguntan por usted unos caballeros.

Don Juan clasificó mentalmente a la desconocida diciendo para sus adentros: «Modista romántica: conozco la claseMónica continuó hablando: En fin, tan sería y tan ensimismá me pareció a la tal muchacha, que desistí de proponerle que se viniese conmigo; porque lo que yo me dije: si anda siempre con sus cavilaciones a vueltas, no puede tener cuenta de la casa. ¿Y vive completamente sola?

Y cierto día en uno de sus accesos coléricos motivado porque Barragán se había atrevido a leer El Imparcial antes que la criada se lo llevase a él planteó repentinamente la cuestión de confianza. Está visto, doña Mónica, está visto: Barragán y yo no podemos vivir bajo un mismo techo. Uno de los dos tiene que salir de esta casa. Elija usted.

Mis tíos, la falsa niñera que tantos plantones te ha dado, mi antigua criada Inés, su marido, a quien alquilé la berlina, la madre del chico, cuantas personas me conocen, hasta la Mónica, una mujer que tiene aquí abajo casa de huéspedes y que ha servido en la tuya; todos pueden decirte cuál ha sido mi vida. Te dirán también que alguna vez salía muy bien vestida: ya sabes para qué.

Es terrible, es terrible pensar decía Barragán engulléndolos con la dificultad que debe suponerse , es terrible pensar, doña Mónica, que cuando nos muramos quede tanto de nosotros como de las mulas del tranvía, aunque sea mala comparación. Y si usted se entristece ¿por qué piensa en ello?

Un poco movida del agradecimiento a la pasada generosidad de don Juan, y un mucho estimulada por el interés, Mónica dejó sus huéspedes encomendados a la cocinera que antaño tomó por hacer papel de ama, y volvió al servicio de su señor.

Como ocupaba la mejor habitación de la casa y pagaba cinco pesetas, se creía con derecho a mantenerse constantemente en una actitud rígida. No sólo doña Mónica y la doméstica, sino también los otros huéspedes sentían el peso de su autoridad inflexible. ¿Será aventurado el suponer que Freire en el fondo del alma despreciaba a sus compañeros?

En lo que a la nutrición se refería acaso lo siguiera más decididamente si doña Mónica al cabo de sus años hubiera adquirido la costumbre de poner los garbanzos más blandos.

Pues grande va a ser la trasformación manifestó Aviraneta , si se ha de juzgar de ella por lo que chilla esta caterva de pavipollos.... ¡Santa Mónica, cuántos suben ahora, y qué pico tienen!

Palabra del Dia

irrascible

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