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Actualizado: 21 de mayo de 2025


Me pasaba yo largas horas en aquel sitio, siguiendo con mirada curiosa las nubes o los jirones de niebla que iban hacia allá impulsados por el viento, y me complacía en contemplar cómo se apagaban, poco a poco, en los picos de aquellas montañas, las últimas luces del moribundo día.

Entonces solo se ven en los cadáveres el destrozo y ruina que aquella causa ha producido, induciendo la muerte: por donde lo que con tales anatomías se descubre por lo comun son los efectos, no las causas de la extincion. Esto lo confiesan llanamente los Profesores Médicos de buenas luces.

Se practicó este movimiento con tanto órden y destreza militar, que logró eludir la cuidadosa vigilancia con que le observaban los rebeldes, los cuales quedaron sorprendidos á las primeras luces del dia siguiente, por no saber el como, y por donde se habia desaparecido Reseguin.

Los murciélagos revuelan calladamente; brillan las luces en el pueblo. Entonces el viejo más viejo da dos golpes en el suelo con el cayado, y se levanta. ¿Se marcha usted? ; ya es tarde. Entonces nos marcharemos todos. Y todos se levantan de sus piedras blancas y se van al pueblo, un poco encorvados, silenciosos. Yo le daré a usted un libro dice el clérigo que le dejará convencido.

Dos anchas fajas de barro marcaban en los malecones el descenso de la marea. Apagábanse en la parte alta de la ría las luces de los anguleros, que durante la noche iluminaban el cauce como una procesión de invisibles penitentes.

Contemplaba las laderas de la montaña iluminada como por luces de bengala, y casi entre sueños oía a su lado el murmullo discreto del manantial y de la corriente que se precipitaba a refrescar los prados.

Mi felicidad llegó a su apogeo al verme, danzando con el señor de Couprat, en aquel salón lleno de luces, a la vista de tantas señoras riquísimamente ataviadas, y entre aquella sociedad de la que me hallaba tan lejos poco antes. Pablo bailaba mucho mejor que los demás.

Quizá en Madrid llamasen también la atención; porque en la capital de España, no hay más remedio que confesarlo, tampoco es frecuente ver a los sabios en su verdadero traje por las calles. La iglesia resplandecía por dentro de luces y ornamentos. Parecía, según la expresión vulgar, un ascua de oro.

Aquel fraile, de unos setenta y cinco años de edad, no era escaso de luces; pero, como estaba de despedida en la tierra, tomaba la tarea de la enseñanza con tolerante desdén, amodorrándose a menudo en las lecciones.

«Hoy ha sido el funeral. ¡Cosa estupenda, según me ha dicho Candelaria! El catafalco llegaba hasta el techo, y la orquesta era magnífica; muchas luces... Ahí tienes para qué les sirve el dinero a esos celibatarios egoístas.

Palabra del Dia

atormentada

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