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Actualizado: 20 de noviembre de 2025
Sus amplias y rectas calles, espléndidamente pavimentadas, alumbradas y aseadas sus sólidos edificios, los muchos bancos que posee, así como el movimiento de la gente, llaman la atención. Tiene gran número de parques, mercados públicos, teatros e innumerables cinematógrafos.
Su madre D.ª Juana de Sousa fundó doce aniversarios por su alma, y llevada del grande amor que le tenia, se retiró del mundo á vivir dentro de la misma iglesia, pidiendo para esto al cabildo los cuartos que llaman de cabeza de rentas, donde dispuso su habitacion para el resto de sus dias.
Pero agrega: «La materia imparticulada, o sea Dios en estado de reposo, es en lo que entra en nuestra comprensión, lo que los hombres llaman espíritu». En el diálogo entre Oinos y Agathos pretende sondear el misterio de la divina inteligencia; así como en los de Monos y Una y de Eros y Charmion penetra en la desconocida sombra de la Muerte, produciendo, como pocos, extraños vislumbres en su concepción del espíritu en el espacio y en el tiempo.
¡El hermano cura! repetí yo con extrañeza; ¡qué raro! ¿Es así como llaman aquí a su párroco? No, señor, me respondió el sacerdote, antes le llamaban aquí, como en todas partes, el señor cura; pero a mí me desagrada esa fórmula, demasiado altisonante, y he rogado a todos que me llamen el hermano cura: esto me da mayor placer. Es Vd. completo. ¡Y yo que he venido llamando a Vd. el señor cura!
Mientras que en nuestra Europa, con bastante agua para el desenvolvimiento de la vida, nos saludamos burguesamente preguntándonos por la salud y los negocios, los gallos del Africa oriental, se preguntan inclinándose. «¿Has hallado agua?» En el Indostán, al criado encargado de refrescar la morada rociando el piso, le llaman el «paradisiaco».
Otra embajada: «Señora, señora, esta ya no se alcanza; pero pronto va a salir la del sobrino del señor cura, que es otro padre Fuguilla por lo pronto que la despacha. Ya recibió Pla los quesitos aquellos... no recuerdo cómo se llaman».
Dicen que este es nombre de perra. Yo me llamo María. Mariquita. María Nela me llaman y también La Hija de la Canela. Unos me dicen Marianela, y otros nada más que la Nela. ¿Y tu amo, te quiere mucho? Sí, señor, es muy bueno.
Otro jornalero más joven añadió, con una risa bestial: Anda como un perro detrás de esa gringa hermosota que huele tan bien y á la que llaman «la marquesa». Yo también, si pudiera... Y añadió algunas palabrotas que hicieron reir á muchos con expresión salvaje de deseo.
No, mujer... ¿y por qué me he de enfadar? contestó fijando sus ojos gruesos y brillantes en la futura concepcionista. Pues quería decirte... que por ahí te pusieron un mote. ¿Un mote?, ¿y es cosa mala? Mala... ¡qué sé yo! Te llaman la Tribuna. ¿Y quién me lo llama? Los señoritos... los hombres.
Y ella, después de haberse puesto bien en la silla y prevenídose con toser y hacer otros ademanes, con mucho donaire, comenzó a decir desta manera: «Primeramente, quiero que vuestras mercedes sepan, señores míos, que a mí me llaman...»
Palabra del Dia
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