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Actualizado: 9 de mayo de 2025


Nada, en efecto, podía lisonjear más a Juno que el que Júpiter la dijese que ella tenía mayor poder que las otras para emocionarle. Algo de esto, ya que el corazón es el mismo siempre, se realizaba en el de doña Luz, sin necesidad de que D. Jaime trajese a cuento sus pasadas conquistas, imitando la desvergüenza patriarcal del hijo de Saturno.

Durante los días de saqueo del año 1789, unos aldeanos, venidos de otros departamentos lejanos, todo lo destrozaron; particularmente los escudos heráldicos, aparecen hechos trizas. Nada puede lisonjear nuestro amor propio. Yo me alegro de ello, porque algunas veces este amor propio lo he tenido con exageración.

Me he fijado además en la gallardía de su persona, en la natural distinción y no aprendida elegancia de sus modales, en sus ojos llenos de fuego y de inteligencia, en todo él, en suma, que me parece amable y deseable. Los elogios de Vd. han venido sólo a lisonjear mi gusto, pero no a despertarle.

El hombre ama naturalmente la verdad y el bien; y no se aparta de ellos sino cuando las pasiones le arrastran y extravian. Miente el mentiroso en ofreciéndosele alguna ocasion en que faltando á la verdad, cree favorecer sus intereses ó lisonjear su vanidad necia; pero fuera de estos casos, naturalmente dice la verdad, y habla como el resto de los hombres.

Los poetas instruídos creían rebajarse componiendo misterios y moralidades para lisonjear el gusto del pueblo, y las abandonaron á los improvisadores y á los copleros, contribuyendo así á que degenerasen y se hicieran tan licenciosas, que llamaron la atención de las autoridades.

Este profundo maestro de la vida muelle y regalona ejerce en la corte y palacio una seduccion irresistible: desde que él, sus hijos y mugeres se presentaron peinados como los eunucos y concubinas, ya todos han proscrito la pristina usanza del cabello crecido sobre la frente; pártenlo ahora por el medio, sin cubrirla, y recógenlo detrás de las orejas con afeminacion y estudio . El Sultan que se deleita en tenerle de contínuo á su lado, va insensiblemente contagiándose de su refinado sensualismo, y por lisonjear los gustos del Sultan se contagia toda su corte.

Y no vale alegar en disculpa de Felipe IV que, no honrándole de otro modo, participó de un error común a sus contemporáneos. Lo que no deja de tener gracia es que casi todos los personajes que contribuyeron a la citada información pensaron lisonjear al Rey consignando que S. M. también pintaba.

Palabra del Dia

hociquea

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