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Actualizado: 22 de julio de 2025
AZUCENA. ¿Te he dicho que había quemado a mi hijo?... No... he querido burlarme de tu ambición... tú eres mi hijo; él del Conde, sí, él del Conde era él que abrasaban las llamas... ¿No quieres tú que yo sea tu madre? MANRIQUE. Perdonad. AZUCENA. ¡Ingrato! ¿No te he prodigado una ternura sin límites? MANRIQUE. Perdonad; merezco vuestras reconvenciones.
No hay inconveniente en decir que la extension del mundo es indefinida, si se entiende que nosotros no podemos asignar sus límites; pero en la realidad los límites existirán ó no existirán, independientemente de la posibilidad de asignarlos nosotros; no hay medio entre el sí y el nó; luego no hay medio entre la existencia de los límites, y su no existencia.
Por la mañana salieron, pues, los esposos en el gran familiar de su tío, acompañados solamente de la niñera y la cocinera, para una finca que aquél poseía en los límites de la provincia de Toledo. Allí permanecieron aproximadamente quince días.
Sobre este horizonte sin límites, apénas se descubren cuatro puntos culminantes que se elevan á la altura de treinta varas sobre lo restante del terreno, y los que, á no hallarse en medio de un pais tan sumamente llano, pasarian acaso inapercibidos.
Respecto á la duracion de accion, há ya mucho tiempo que se la viene dando la misma importancia y aun los mismos límites que marcó Hahnemann. Bueno será advertir que seria injusto olvidar sus preceptos respecto á este asunto.
El teatro será uno de mis objetos principales, sin que por eso reconozca límites ni mojones determinados mi inocente malicia, y para que se vea que no soy tan satírico como dan en suponerlo; mil pequeñeces habrá que deje a un lado continuamente, y que muy de tarde en tarde haré entrar en la jurisdicción de mi crítica.
¿Perfectas? ¡Qué loco es usted! ¿Y qué ha dicho usted de flaquezas? ¿Llama usted flaquezas á la verdad de nuestra naturaleza, que se manifiestan como Dios las ha criado? El aturdimiento del joven no tuvo límites. Aspirar á hacer la felicidad continuó ella de muchos seres por el amor y los lazos de la familia, ¿es eso lo que usted llama flaquezas? No, señora; eso no. ¡Oh!
Sobre esta última, sin duda la más importante, casi se puede sostener que nada se ha escrito, ó por lo menos nada que exceda de los límites de un reducido compendio. Bouterweck, en su historia de la poesía y de la elocuencia, libro de mucho mérito, discurre sobre este punto con notable ligereza, disculpable, en verdad, atendiendo á los escasos materiales de que disponía.
Según Pedro Lobo, los españoles habían sido como venenoso reptil que trepa a lo alto de la roca donde el cóndor tiene su nido, y devora o mutila a los polluelos antes de que les crezcan las alas para enseñorearse del espacio sin límites, remontarse más allá de las nubes, y mirar el sol de hito en hito.
Acudió don Quijote luego al son de la lastimada voz y del golpe del riguroso azote, y, asiendo del torcido cabestro que le servía de corbacho a Sancho, le dijo: -No permita la suerte, Sancho amigo, que por el gusto mío pierdas tú la vida, que ha de servir para sustentar a tu mujer y a tus hijos: espere Dulcinea mejor coyuntura, que yo me contendré en los límites de la esperanza propincua, y esperaré que cobres fuerzas nuevas, para que se concluya este negocio a gusto de todos.
Palabra del Dia
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