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Actualizado: 13 de julio de 2025
No desaprovechó, pues, ocasión alguna favorable de esgrimir su sátira contra los cultos, parodiando en sus comedias sus ininteligibles galimatías por medio de necios petimetres. Hasta en sus composiciones más ligeras se encuentran muchos versos burlescos contra la nueva secta, como, por ejemplo, el soneto, en estilo culto, que concluye así: «¿Entiendes, Fabio, lo que voy diciendo?
Había cerrado la noche y brillaba la luna entre ligeras nubes cuando Roger, cansado y hambriento, llegó al mesón de Dunán, famoso en diez leguas á la redonda y situado fuera del pueblo, en la intersección de los tres caminos de Balsain, Corvalle y Munster. Era un edificio bajo y sombrío, cuya puerta señalaban al caminante y alumbraban de noche dos hachones encendidos.
El Duque se presentó con levita negra y sombrero de copa, un tanto más pálido que de ordinario, pero afectando una calma desdeñosa, sin faltar a la cortesía. Traía en la boca un cigarro puro, y se envolvía en ligeras nubes de humo, mientras caminaba a la par de Soldevilla.
El perro salía en su persecución al través de los jarales: las dos bestias tronchaban las ramas con el impulso de su carrera, producían un estrépito de huracán, y tras ellas corría el dañador de ligeras abarcas. Puesto en ama, al alcanzar el corzo, le mordía entre las patas traseras, en el órgano más sensible, y la bestia quedaba en el suelo mugiendo de dolor, hasta que el Mosco la daba muerte.
«A este se le ablanda la mollera por culpa mía». Más de una vez, en sus ligeras reyertas de amantes antiguos, pacíficos y fieles, pero cansados, oyó a Bonis hablar de la moral como un obstáculo a la felicidad de entrambos. Lo que nunca pudo sospechar Serafina fue la principal idea de Bonis, la del hijo; y esto era lo que en realidad le apartaba de su querida, del pecado.
¡Creíais, creíais!... Pues tened cuidado con creer estupideces. El duque recobró el uso de la palabra. ¡Sabéis, hijos míos, que gastáis unas bromas ligeras con vuestros compañeros!... ¡Ponerles la muerte delante de los ojos! ¡La muerte! exclamó el minero que había hablado. No, señor duque dijo el director . Si no echan los taquetes nos hubiéramos bañado hasta la cintura. ¿Nada más?
De algún tiempo á esta parte el característico patadeon bicol principia en la cintura, habiéndose aumentado el traje con la camisa y candonga tagala, pero de todos modos el patadeon es tan poco honesto como buen agente escultural, no escapándose á la flexibilidad de aquellas ligeras telas ni las más ocultas de las líneas, y sabido es que la línea que predomina y define la belleza en el eterno femenino es la curva.
Hablando de esto, dice el autor de La Literatura del Mediodia de la Europa: "En nuestra poesía moderna, las sílabas no son consideradas por lo que respecta á su duracion solamente, sino tambien en cuanto á sus acordes; y esas vocales, ya ligeras, ya sensibles ó sonoras, no pasan desapercibidas cuando la rima las hace esperar y determina su situacion. ¿Qué seria de la poesía provenzal si no buscásemos en ella mas que el pensamiento, tal cual puede reflejarlo una prosa lánguida?
En el acto se me ocurrió que debían haberse reunido clandestinamente y andaban por allí para evitar que en la calle los pudieran reconocer. El sacerdote parecía tratarla con estudiada cortesía, y noté sus ligeras gesticulaciones al hablar, lo cual me hizo creer que era extranjero. Le transmití mi pensamiento a Reginaldo, y éste me contestó: Hay que vigilarlos, viejo. No nos deben ver aquí.
Palabra del Dia
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