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Actualizado: 8 de junio de 2025


El duque de Tornos, sin propósito de ello, sólo por el placer de dar rienda suelta a su lengua de hombre gastado y herido, corrompió más en pocos días el alma de la joven esposa que todas cuantas novelas había leído.

¿Qué periódicos has leído? preguntó el papá calándose los quevedos, que sólo usaba para leer . Toma La

He leído, releído y meditado su carta de usted, mi buen señor cura, a fin de hacer entrar en el espíritu que la ha dictado y que quiero que sea mi regla de conducta: «No discutir jamás las cuestiones de fe...» ¡Cómo me agrada esto!

A media tarde, cuando don Carlos hubo dormido la siesta en una mecedora de lona y leído varios periódicos de Buenos Aires, de los que traía el ferrocarril á este desierto tres veces por semana, salió de la casa. Atado á un poste del tejadillo sobre la puerta, estaba un caballo ensillado. El estanciero sonrió satisfecho al darse cuenta de que la silla era de mujer.

No me pareció mal la traza, y yo confieso que me incliné a ella por hallarme con algún natural a la poesía, y más que tenía ya conocimiento con algunos poetas y había leído a Garcilaso; y así, determiné de dar en el arte.

Comprendo que estoy demasiado bien en este mundo y que tengo mayores bienes de los que me pertenecen. He leído un tratado místico sobre la dulce virtud de la confianza, que me ha hecho un gran bien. Es el tesoro por excelencia, el dulce abandono a la voluntad celestial. 20 de agosto de 1805.

Siempre habrá una nación continuó que esté encima de las otras... Nosotros apenas somos algo en el presente, y según he leído, España pesó sobre el mundo entero durante siglo y medio. Estábamos en todas partes: nos encontraban hasta en la sopa. Después le llegó el turno á Francia. Ahora es Inglaterra... A no me molesta que un pueblo se coloque sobre los demás.

Mendoza, que no había leído el Quijote, no entendió la cruel intención del mote y quedó muy satisfecho.

Hace dos años estuve en Madrid y llevé una obra a la Zarzuela y otra a Apolo... Me hicieron ir y venir muchas veces; me daban mil excusas inverosímiles; yo estaba ya cansado. Y al fin me dijeron que habían leído las obras y que les parecían anticuadas. Anticuadas, ¿por qué? El arte, ¿puede nunca ser anticuado?

Muchas veces, siendo hombre, encontró su imagen latente en el fondo de sus actos y sus deseos. En realidad, sólo había leído algunos fragmentos. Para él lo interesante eran los grabados, más dignos de su admiración que todos los cuadros del desván.

Palabra del Dia

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