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Actualizado: 17 de noviembre de 2025
Las viejas tropas, armadas con arcos y lanzas, se desbandaron, dando vivas á Eulame, al recibir la primera granizada de balas de sus partidarios. El Regenerador fué elevado entonces á la dignidad imperial, y empezó el período más agitado, más sangriento é interesante de nuestra historia.
Pero mucho mas tirano se mostró, viendo dentro del convento á D. José Isasa, que por huir de la persecucion, habia saltado por las tapias del corral, al que tambien hizo salir en medio del dia, exponiéndole con barbaridad á que fuese recibido entre los garrotes, lanzas y hondas de sus enemigos.
Embarcose en Barcelona el 10 de Agosto de 1629, siendo su compañero de navegación el Marqués de los Balbases, don Ambrosio Spínola, general de nuestras tropas en Flandes, futuro vencedor de Breda, a quien había de pintar años más tarde en el cuadro de Las Lanzas.
Los dos aguerridos capitanes Roberto Nolles y Hugo Calverley no habían regresado de la expedición á Navarra que el príncipe les encomendara, lo cual privó á los justadores ingleses de dos de sus mejores lanzas.
Nada he visto ni oído, señor Cornelio contestó el piloto. Ha pasado ante mi vista una cosa negra, que no he podido distinguir bien. Tal vez un ave. No, Horn; era muy grande, y no tenía forma de ave. ¿Qué queréis que sea entonces? No lo sé. ¿Sería un proyectil disparado por los papúes? Sólo usan flechas y lanzas, señor Cornelio. Lo sé; pero... ¡Mira!
El foso tiene puente levadizo entre uno y otro muro: grandes y fuertes puertas; y un baluarte, en donde hacen centinela los soldados. Segun los indios, el puente se levanta todas las noches. Las armas que usan son, lanzas, espadas y puñales, pero no he podido averiguar si son de fierro.
A la derecha, por cima de las banderas y pelotones de soldados que hay en segundo término, se ven hábilmente roto el paralelismo de sus líneas, las lanzas, que han dado nombre a esta obra, donde no se sabe qué admirar más; si lo que engendra el pensamiento o lo que construye la mano del artista.
Sacóme de mi distracción el ruido acompasado de muchos remos; miré y vi que era una barca que entraba en la caleta llena de hombres que llevaban plumas y corazas relucientes, y bandas sobre las corazas los unos, y los otros largas lanzas en las manos. Eran gente de guerra que había venido en el barco del rey. Yo era la persona primera que vieron.
Sí, aquel fue un día henchido de encanto, día admirable; y daría con gusto todo lo que me queda de vida, si pudiera volver a él. Y la noche... la veo todavía como si fuera hoy. Las ventanas estaban abiertas, los tallos flexibles de la viña virgen se mecían con el viento, y, desde muy lejos, un trote de caballos, un chasquido de lanzas y de sables llegaban hasta mis oídos.
Se arrodillan, invocan al apóstol Santiago, y esperando un milagro, atacan con sus escopetas, arcabuces, lanzas y hachas. Los turcos cejan y vuelven las espaldas. En vano les anima su temible caudillo Suffarais, capitán general del mar, turco viejo y de gran obesidad, famoso por su coraje y atrevimiento.
Palabra del Dia
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