United States or Rwanda ? Vote for the TOP Country of the Week !


El calor femenil de esta carne suave, que le acariciaba con su contacto por debajo de la mesa, le irritaba como un peligro difícil de vencer. Siéntate, ladrón; si te meneas, de un pellizco te arranco el alma.

Púsome el demonio el aparejo delante los ojos, el cual, como suelen decir, hace al ladrón, y fue que había cabe el fuego un nabo pequeño, larguillo y ruinoso y tal, que por no ser para la olla, debió ser echado allí.

Este juicio de que Ariston es hombre de bien porque tiene buen rostro, porque habla con modo, &c. suele ser falsísimo, y muchas veces con estas circunstancias se halla un ladron insigne. La razon dicta, que para afirmar seguramente que Ariston es hombre bueno, sepamos que es virtuoso, porque, como hemos dicho, no puede serlo de otra forma.

Tal vez hasta soñaba el banderillero con que una parte de la fortuna del espada pudiera llegar a manos de los ahijados. ¡Ladrón! ¡Un hombre que no era de la familia!...

Don Carlos sacó de su cintura un revólver, apuntándolo contra el pecho de Manos Duras. Y tu un ladrón de novillos, al que todos tienen miedo no por qué. Pero si vuelves á robarme uno de mis animales, este viejo se encargará de hacerte justicia.

Se me atragantaba tanto tratamiento; me daban ganas de gritar: «¡Pero qué porra de Eminencia e Ilustrísima, si nos hemos arañado de pequeños mil veces, porque este grandísimo ladrón no veía mendrugo ni albaricoque en mis manos que no quisiera zampárseloGracias que le hablo de usted desde que le vi beneficiado de la catedral, pues a un sacerdote no está bien tutearle como a un monago.

Pero inmediatamente recordé los asaltos en las vías férreas, los robos de los trenes, los asesinatos en un vagón, todos los crímenes de esta clase que había leído, y pensé que estaba solo, sin un mal timbre para avisar a los que dormían al otro lado de los tabiques de madera. Aquel hombre era seguramente un ladrón. El instinto de defensa, o más bien el miedo, me dio cierta ferocidad.

Un día presentóse al arzobispo, con cartas de recomendación, un caballero recién llegado en un navío que, con procedencia de Valparaíso, había dado fondo en el Callao; y bajo secreto de confesión le reveló que él era el ladrón de la celebérrima estaca, la cual había llevado con gran cautela a su hacienda de Chile, y que, no embargante la excomunión, la estaca se había aclimatado y convertidose en un famoso olivar.

Testigos fueron las letras del Banco de la Provincia, que conservó mucho tiempo como recuerdo de su primer cliente, que era nada menos que el ladrón más sagaz y más fino que ha producido Buenos Aires. Su nombre es conocido: El Cuervito. Los lunfardos que cuentan el cuento, dan a cada uno de sus robos un nombre distinto y apropiado a los medios que usan para efectuarlo.