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Actualizado: 19 de junio de 2025


Un portero de levita azul y kepis galoneado de rojo intentó ofrecerle un cartón de entrada, pero se contuvo al ver que se detenía junto al torniquete, preguntando por Novoa. Salió hace un momento. Tal vez lo encuentre en las inmediaciones del Palacio. Casi todos los días, antes del almuerzo, da la vuelta á la roca.

Estuve de víctima dijo el aludido, modestamente. Un oficial venía corriendo hacia ellos del lado del torreón, por el espacio desnudo de árboles. Repetidas veces agitó su kepis para que le viesen mejor. Lacour tembló por él. Podían distinguirle los enemigos; se ofrecía como blanco al cortar imprudentemente el espacio descubierto, con el deseo de llegar antes.

Reaparecía el oficial de casta, mirando con altivez á sus perseguidores anónimos, implorando únicamente protección de los kepis con galón de oro. Sus ojos quedaron inmóviles al descubrir á Ferragut. Le contemplaron fijamente, con una insolencia glacial y desdeñosa. Sus labios se movieron con la misma expresión de menosprecio.

¿Esta voz?... Don Marcelo tiró de él en el obscuro recibimiento, llevándole hacia un balcón... ¡Qué hermoso le veía!... El kepis era de un rojo obscurecido por la mugre; el capote, demasiado ancho, estaba rapado y recosido; los zapatones exhalaban un hedor de cuero. Nunca había contemplado á su hijo tan elegante y apuesto como lo estaba ahora con estos residuos de almacén. ¡!... ¡!...

De sobra conocían estos respetables agentes del poder gubernativo las tendencias anárquicas que algunas veces manifestaba el vecindario de Lancia. Pero lo que no sospechaban siquiera al introducirse incautamente entre la muchedumbre, de Altavilla fue que habían de salir de allí sin bastón, sin sable, sin kepis y con las mejillas abofeteadas. Así estaba escrito, sin embargo.

Su adversario no podía batirse con el kepis puesto; su color amarillento y la cifra de la Legión bordada más arriba de la visera le daban una visualidad inadmisible. Su uniforme era también una preocupación para Toledo, que se esforzó por suprimir en él todos los detalles vistosos.

Don Marcelo se fijó en la transformación general del uniforme de los franceses. Todos iban vestidos de azul grisáceo de cabeza á pies. Los pantalones de grana, los kepis rojos que había visto en las jornadas del Marne, ya no existían. Los hombres que transitaban por los caminos eran militares. Todos los vehículos, hasta las carretas de bueyes, iban guiados por un soldado.

Palabra del Dia

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