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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Autoricéle para que se despachara a su gusto, y se satisfizo con medio pan de centeno y un cuarterón de queso ovejuno. Y fortuna fue para él que no se extendieran a más sus apetitos, porque hubiera jurado yo que no había otra cosa de mayor regalo en aquella desmantelada venta.
¿Culpable? interrumpió bruscamente Tragomer. ¿Está usted seguro? Á esta pregunta, tan directamente formulada, se produjo un efecto de estupor. He participado, por desgracia, de la convicción de los magistrados, del jurado y de la opinión pública, dijo Marenval, pues, en realidad, era imposible dudar.
De pie en el puentecito, iba contestando á los saludos de los vecinos, que pasaban riendo como si fuesen á presenciar un espectáculo graciosísimo. Se dirigían todos á casa de Copa, para ver de cerca la famosa «porfía» de Pimentó con los hermanos Terreròla, dos malas cabezas lo mismo que el marido de Pepeta, que habían jurado igualmente odio al trabajo y pasaban el día entero en la taberna.
Mesía había jurado, y seguía jurando todos los días, una eternidad de amores. La idea de la soledad después de aquello, le parecía a la Regenta más horrorosa que en un tiempo se le antojara la imagen del Infierno.
El 22 de enero por la tarde entró en Córdoba el obispo D. Alonso y se dirigió en derechura á la iglesia, donde fué recibido con todas las cruces á la puerta del Perdon, y despues de haber jurado guardar los Estatutos y costumbres de la misma, fué conducido cantando el Te-Deum á la capilla mayor, donde oró y dió a todos la bendicion.
He respetado mi juramento hasta ahora como buen cristiano, pero también he jurado seguir al miserable hasta que caiga rendido y matarlo como un perro, tan luego se le escape de las manos la santa cruz que aun le protege.
No obstante, cuando sonó un golpe a la puerta y se dijo que el socio de Tennessee estaba allí para defender al prisionero, fue admitido en seguida sin el menor interrogatorio; acaso los miembros más jóvenes del jurado, para quienes los sucesos se prestaban a graves reflexiones, lo saludaban como un poderoso auxilio.
Lo peor es que las otras mujeres están de parte de esta loca. Es una verdadera rebelión contra la Iglesia. En aquel momento, un tercer miembro del Jurado se levantó: ¿Quiere usted decir algo? le interrogó el presidente . Haga el favor de darse prisa; ya hemos perdido bastante tiempo.
También echamos de menos en el inventario la mención de la primitiva cabeza de barro del Rey D. Pedro, que estuvo en las casas del Jurado Pereda en el Candilejo, salvada de su destrucción por el gran Duque de Alcalá D. Fernando Enriquez de Rivera
¡No me fijé, señor! ¡Pues bien, uno de ellos era cómplice del ladrón, y temiendo ser descubierto ocultó en usted lo que podía comprometerlo! El comandante ha jurado, desde entonces, usar sacos sin bolsillos. Otro cuento, ya que en tal terreno he pisado.
Palabra del Dia
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