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Actualizado: 9 de junio de 2025
Tan inverosímil fenómeno sólo podía explicarse por una humorada un tanto extravagante, y pensando que sería una broma pasajera esperaron impacientes la noche del sábado. Pero el sábado llegó, y continuó el programa iniciado el jueves; es decir, las atenciones de Antoñita, y el visible favor de que Felipe disfrutaba, y su penosa turbación por esa causa.
Cuando vio a su doncella un poco ablandada o más bien fatigada de negar, le dijo con graciosa volubilidad: Verás, tonta; no vayas a creer que es una cosa del otro jueves... Mucho peor es un fuerte dolor de muelas y ya sabes que los he sufrido bastante a menudo... La imaginación te hace creer que es una cosa terrible, cuando, en realidad, tiene muy poco de particular... Todo depende de que ahora no se usa porque la virtud se ha desterrado del mundo; pero en los buenos tiempos de la religión era cosa común y corriente y nadie que se preciara de buen cristiano dejaba de hacer esta penitencia... Vamos, prepárate a darme ese gusto y hacer al mismo tiempo una buena obra... Aguarda un poco... Voy a buscar lo que nos hace falta...
En el lugar gozaba de celebridad envidiable por mil motivos, y entre otros, porque hacía el papel de Abraham en el paso de Jueves Santo por la mañana, tan admirablemente bien, que nadie se le igualaba en muchas leguas á la redonda. Con un vestido de mujer por túnica, una colcha de cama por manto, su turbante y sus barbas de lino, tomaba un aspecto venerable.
El herrero se excusaba con voz balbuciente, y por fin hizo juramento de dar los gatillos para el jueves, sí, para el jueves, con toda seguridad... Había tenido un encargo con muchas prisas... pero en seguida se pondría con los gatillos de la señora, y los tendría, los tendría por encima de la cabeza de Cristo para el día señalado.
Hubiera él lanzado al aire el mayor soplo posible de sus pulmones para hacer andar la máquina. Era una tontería; pero no lo podía remediar. El estar parado el motor parecíale señal de desventura. Pero lo que más tormento daba a Maximiliano era la distinta impresión que sacaba todos los jueves de la visita que a su futura hacía.
Los padres agustinianos sacaban, hasta poco después de 1824, la célebre procesión de Jueves Santo, que concluía, pasada la medianoche con no poco barullo, alharaca de viejas y escapatoria de muchachas. Más de veinte eran las andas que componían la procesión, y en la primera de ellas iba una perfecta imagen de la Muerte con su guadaña y demás menesteres, obra soberbia del artista Baltasar Gavilán.
Además, los más grandes santos tienen sus pequeñas debilidades, pensaba también en sus buenos hábitos de treinta años bruscamente interrumpidos. Todos los jueves y domingos comía en el castillo.
No puedo olvidar aquellos tristes días. Jueves y domingos salíamos de paseo, a lo largo del fangoso río, cuyas aguas parecían dormidas a la sombra de los sauces piramidales.
Pues... el objeto que aquí me trae... Ante todo, debo decirle que yo no soy ningún aventurero. En toda la provincia de Orense es bien conocida mi familia... Mi padre es farmacéutico en Bollo y ha hecho una fortunita... vamos, que aunque no sea ninguna cosa del otro jueves, como soy hijo único, me permitirá vivir sin trabajar.
Establécense distinciones muy marcadas en cuanto al tiempo en que se celebran ciertos actos sociales, como suele acontecer en los países de origen latino. Por ejemplo, los días de moda son los martes y jueves.
Palabra del Dia
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