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Actualizado: 24 de junio de 2025


Cuando Mariano llevaba seis meses de aprendizaje con jornal de seis reales, era, ¡cosa rara!, el oficial con quien más simpatizaba Juan Bou. ¿Había entre ellos semejanza grande o disparidad absoluta? No se sabe bien. No se sabe tampoco cuál de estas dos cosas engendra la simpatía.

En ciertos sitios de la sierra encontrábanse poblaciones abandonadas, con las casas desplomándose, como si por ellas hubiese pasado una epidemia. El vecindario había huido lejos, en busca de la servidumbre del jornal, viendo convertirse en dehesa de un rico influyente los terrenos públicos que daban el pan a sus familias.

Como usted conoce, ciudadano inspector... un mes no es lo que se nos debe, y lo que nos corresponde, y a lo que tenemos derechos inalienables e individuales.... Estamos resueltas, pero resueltas de verdá, a conseguir que nos abonen nuestro jornal, ganado honrosamente con el sudor de nuestras frentes, y del que sólo la injusticia y la opresión más impía se nos pueden incautar....

14 Y tomarán hombres de jornal, los cuales irán por el país con los que viajaren, para enterrar a los que quedaron sobre la faz de la tierra, a fin de limpiarla; al cabo de siete meses harán el reconocimiento. 21 Y pondré mi gloria entre los gentiles, y todos los gentiles verán mi juicio que hice, y mi mano que sobre ellos puse.

¡El ahorro! exclamó Aresti. ¡Ahorrar y enriquecerse, teniendo unos cuantos reales de jornal, y viviendo rodeados de gentes de su misma clase que les explotan en el alimento y en la casa!... Eso no intervino Sánchez Morueta, con autoridad. Ya sabes, Luis, que no estoy conforme con tus ideas. El obrero español es víctima de la imprevisión.

Pero duque, ¿cómo quiere usted que ahorren con una o dos pesetas de jornal? se atrevió a apuntar la condesa de la Cebal. Perfectamente, condesa. Dos pesetas para un obrero son lo mismo que dos mil para usted. ¿No puede usted separar algo de las dos mil? Pues ellos pueden de igual modo separar algo de las dos. Considere usted que se trata de quince céntimos, de diez ... aunque sean cinco céntimos.

7 Le dicen: Porque nadie nos ha contratado. Les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que fuere justo. 8 Y cuando fue la tarde del día, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros.

Paliza diaria a la mujer; casi todo el jornal en su bolsillo, y los chiquillos descalzos y hambrientos, buscando con ansia las sobras de la cena de aquella cesta que por las noches se llevaba al horno. Aparte de esto, un buen corazón, que se gastaba el dinero con los compañeros, para adquirir el derecho de atormentarlos con sus bromas de bruto.

Todas habían de entenderse con la casera, o sea, la mujer que el dueño de la finca tenía para el cobro del alquiler, que se hacía por semanas, y para el cuidado y vigilancia. Los que allí habitaban eran braceros. De las mujeres, solo algunas como ella salían a ganar un jornal, dejando a sus hijos confiados a la miga, que así se llamaba a la maestra de niños de corta edad.

Hoy, para alimentarse malamente, necesitan bajar a la mina todos los días y permanecer allí un número considerable de horas. A los cuatro o seis años se inutilizan. Hay que sacarlos al exterior, y entonces el jornal es tan exiguo que ni patatas con agua y sal pueden comer: de modo que en vez de curar empeoran.

Palabra del Dia

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