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Actualizado: 17 de junio de 2025


Era como un islote redondo, de un cuarto de milla de bojeo, con un lago en medio, también redondo, formando así un como anillo de unos cien pies de ancho, cubierto de árboles, con una angosta abertura hacia el Sudoeste.

Van-Stael, que conocía la Nueva Guinea y a sus habitantes, por haber traficado en otro tiempo con los indígenas de Dari y haber pescado trépang en algunas bahías, conocía también a los piratas papúes y no ignoraba su ferocidad; así que apenas se hubo ocultado la chalupa detrás del islote, organizó la defensa para impedir a sus perseguidores la entrada en el río.

En unos cuantos saltos llegábamos á nuestro islote, instalándonos bajo la sombra de un gigantesco nogal can su corteza lisa por los frecuentes escalos. Desde allí, los árboles, el arroyo, las cascadas y las viejas paredes, se presentaban á nuestra vista en su aspecto más encantador.

En el espacio de una legua tuvimos que salvar algunos encalladeros, y despues de haber dejado atras un islote guarnecido de árboles, encontramos el rio ya franco y totalmente desembarazado. Entónces llegué á conocer que seria muy fácil la navegacion de esta corriente, aun para las embarcaciones de vapor.

El islote, estremecido, arrojaba fuera a sus alados habitantes. En lo más alto, como puntos negros, volaban hacia la isla grande otros pájaros fugitivos: los halcones que se refugiaban en el Vedrá y daban caza a las palomas de Ibiza y Tormentera.

Después, la balsa adonde acudíamos en partidas de quince o treinta, todos al mismo vuelo, alzándonos en un momento de la llanura, para beber el agua del manantial y salpicarnos de gotitas que rodaban sobre el lustroso plumaje... En medio de esa charca había una aliseda, algo así como un ramillete muy espeso, y en aquel islote nos guarecimos.

Nada más hermoso que el aspecto de aquel atol, con el lago central de aguas fosforescentes rodeado de un cinturón, que la vegetación de que estaba cubierto hacía parecer de esmeraldas. Al Norte y al Sur se destacaban dos líneas de escolleras, prolongándose muchas millas en la misma dirección. La mar estaba agitadísima en torno de aquel islote y de las escolleras.

Con estas aldehalas, unas consumidas en la casa y otras vendidas por la sirviente, iban sosteniéndose Jaime y madó Antonia en la soledad del palacio, aislados de la curiosidad pública, como dos náufragos perdidos en un islote. Las ofrendas en especie se retrasaban cada vez más.

Más lejos, los juncos crecen en apretadas líneas en medio del arroyo sobre un banco que se transformará tarde ó temprano en islote: las ramitas inclinadas vibran por la presión de la corriente en movimientos convulsivos, y cada una de ellas se rodea de olitas, donde la sombra y la luz forman una red que se agita sin cesar.

Gran patriotismo, tiempo, inteligencia y buenos deseos, y todo se andará. Islote de San Bernardino. El Gran Pacífico. Cielo y agua. Nostalgia. El secreto de las mareas. Calma sospechosa. Pesca del tiburón Los crepúsculos en la mar. Poca fué la estancia en San Jacinto y pocos fueron los víveres con que pudimos reforzar las cantinas de la María Rosario.

Palabra del Dia

vorsado

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