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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Sí, pero lo inventé en familia, agregaba Coca, para nosotras y no para que estos indiscretos de los periódicos la creyeran y repitieran... ¡Sólo Vázquez puede haberla contado!... ¡Francamente, yo lo creía más discreto!... ¡Ya me las pagará! Deja tranquilo a Vázquez, que él no tiene la culpa.
Yo estoy bregando con Maxi para que invente, para que salga por ahí con su poco de panacea. Pero nos hemos vuelto todos muy morales y muy rigoristas. Vean por qué esta nación no adelanta, y los extranjeros nos explotan llevándose todo el dinero. Esta última frase llevó la conversación al primitivo terreno, del cual se había desviado un poco con aquello de la panacea.
Yo hacía llevar de Cádiz embotellada la pescadilla: conservábase muy bien con un específico que inventé, cuya receta tengo en casa. Maravilloso. ¿Y reformó usted la Artillería inglesa? preguntó mi amo, alentándole a seguir, porque le divertía mucho. Completamente.
La portera de su casa me dijo que la infeliz había estado en buena posición pero que se veía ya en la mayor miseria, sin que ganase cosiendo lo bastante para mantener a su hijo, niño de cinco años. Subí a su sotabanco, ni más ni menos que en las novelas, y para hablar con ella inventé una piadosa mentira. La esperanza de la limosna hizo que no se parase a inquirir si yo decía o no verdad.
Perdí un hijo, y sólo puedo acordarme de él con remordimiento; me inventé otro, y me lo has quitado. Luego, como si se quejase contra algo superior que había regido sus destinos, añadió: ¡Qué suplicio!
Como para mi gusto, las cosas se presentaban demasiado simples, inventé un montón de dificultades: negativa de los padres, cita nocturna en la frontera y sorpresa por los cosacos, encarcelamiento, maldición paternal, fuga, y, por fin, muerte común en las aguas, pues un verdadero amor no me parecía dignamente sellado y concluido sino por la muerte.
Era aquello un reflejo de las ideas comunes, el pensar general modificado y adulterado por mi cerebro enfermo. ¡Ay, qué malo me puse! Te digo que cuando inventé aquel sistema filosófico tan ridículo, estaba en el periodo peorcito. No me quiero acordar.
El interés de los particulares, la iniciativa y los bríos de asociaciones libres procurarán hacer y conservar caminos y canales, llevar las cartas, cuidar de telégrafos, de teléfonos y de cuanto más tarde se invente, y fundar y sostener escuelas donde cada cual enseñe lo que más verdadero, útil ó bonito le parezca.
Allí inventé un cañón que no llegó a dispararse, porque todo Londres, incluso la Corte y los Ministros, vinieron a suplicarme que no hiciera la prueba por temor a que del estremecimiento cayeran al suelo muchas casas. ¿De modo que tan gran pieza ha quedado relegada al olvido? Quiso comprarla el Emperador de Rusia; pero no fue posible moverla del sitio en que estaba.
Si no inventas tú un específico, al fin tendré que inventarlo yo... Fortunata, dile que invente, hija, convéncele... Podéis ganar ríos de oro». Pocas veces veía Fortunata al señor de Feijoo, que iba a la casa de visita, ceremoniosamente, y se estaba allí como una hora, charlando más con la señora de Jáuregui que con la de Rubín.
Palabra del Dia
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