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Actualizado: 6 de junio de 2025


Una pregunta parecía vagar por sus labios, atormentándola con cruel inquietud. ¿ crees, Isidro dijo al fin , que no tenemos ninguna culpa en la muerte de padre? La misma pregunta elevaba sus interrogantes en el ánimo de Maltrana; pero éste se apresuró a tranquilizar a su compañera. No; ninguna responsabilidad les correspondía a ellos. El Mosco había muerto por temerario.

Adjunto le envío algunos datos sobre su herencia, que desgraciadamente no es...» Suspendió Elena tal lectura para mirar á su marido con ojos interrogantes; pero éste tenía la cabeza inclinada, como anonadado por la noticia.

Y miró a Fernando con ojos interrogantes, cual si le ofreciese esta dicha perpetua esperando ver en su rostro una sonrisa de agradecimiento. Nélida, a espaldas de ella, continuaba su mímica.

Indudablemente, una mujer. Los balcones solitarios empezaron á poblarse de cabezas femeninas que seguían sus evoluciones con el rabillo de un ojo. Se levantaron muchos visillos, marcándose detrás de los vidrios pupilas interrogantes y bocas sonrientes. «¿Será por ?...» Esta pregunta muda parecía extenderse de fachada en fachada.

.... Algo tenía que decirle a su tío; pero le turbaban tanto los ojos interrogantes de éste, la calma con que esperaba su respuesta, que se le embrollaban sus pensamientos y no sabía cómo empezar. Es cuestión de la mamá.... ¡Si usted supiera, tío...! Está en situación muy apurada.

Su madre le lanzaba en la mesa miradas interrogantes; le llamaba aparte para saber cómo iba «aquello»; y cuando él se excusaba con sus ocupaciones en la tienda, estremecíase ante el gesto de dolor de doña Manuela. Fue el Jueves Santo por la mañana cuando Juanito se decidió a emprender el asunto. La tienda estaba cerrada.

Como el infeliz Pirovani siguió diciendo me confió el manejo de su fortuna, y esta casa pertenece á su heredera, yo, en uso de mis facultades, le digo, señora marquesa, que puede usted seguir aquí todo el tiempo que juzgue oportuno, como si fuese de su propiedad, y sin pagar por ella un solo centavo. ¡Qué no haré yo por usted!... Ella le miraba fijamente con ojos interrogantes.

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