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Actualizado: 10 de junio de 2025


Le manifesté que me era imposible saber quién era, a lo cual replicó él, insistiendo: Cuando regrese, vigile los movimientos de su titulado amigo Seton, y entonces puede ser que tenga oportunidad de conocer a su amigo, cuyo retrato le he mostrado. Una vez que esto suceda, escríbame, y déjemelo a mi cargo.

El, muy conmovido, besó religiosamente aquella linda mano, insistiendo: Dime, ¿te quieres ir de esta casa? No, no; aquí me quedaré; si fuera necesario te avisaría. ¿Me lo prometes? Prometido. Se quedaron callados un momento; después Carmen preguntó con sobresalto: Y ¿qué diré a doña Rebeca de mi comisión?... La he cumplido muy mal.

Y los dos se lanzaron a la caza de Carmencita, oteando febriles como dos canes buscones. No la encontraban. Andrés se iba impacientando. Para animarle, Narcisa le sirvió una incendiaria copa de ron. Luego que la hubo apurado de un trago valiente, dijo Andrés: ¡Otra!... Y la terrible señorita se la volvió a llenar. Todavía Andrés presentó la mano extendida, insistiendo: ¡Más!

Volvió a sermonearle, insistiendo en que por ser demasiado honrado, se encontraba así; pero don Bernardino no la oía, ensimismado.

¡Tengo recuerdos atroces! añadió el joven insistiendo. Después, con un acento conmovido, añadió: Sois una joven llena de bondad y delicadeza, a quien estimo en extremo, pero esos motivos no puedo decirlos, ni a vos misma. Levantose Juana algo turbada y alzando su tapado: Creo que me comprometo dijo risueña.

La culpa es tuya y nada más que tuya, que estabas continuamente insistiendo con la bromita de tu Pérez... ¡Alguna vez iba a divulgarse la noticia, si , la interesada, parecías hacer para ello lo posible!... ¿Querías que Vázquez te guardara eternamente el secreto?... Además, todavía no sabemos si ha sido él... ¡Y debemos presumir que en ningún caso él ha dado la noticia a esos papeluchos, y menos en esa forma asertiva y categórica!

La señorita Margarita, insistiendo con una coquetería afectuosa y solícita de la que parecía sorprendido su mismo interlocutor, le dijo, que indudablemente tenía aún tiempo de ir á su casa, vestirse y volver á buscarlas. Se le aguardaría á comer. El señor de Bevallan objetó, que todos sus caballos de tiro estaban en el pajar, y que no podía volver á caballo en traje de baile.

Y entretanto, sus necesidades se habían hecho más urgentes. La última conspiración de Cronstadt le había costado tanto, que después no había sabido qué hacer: algunas cartas encontradas en Zurich, contestaciones a otras suyas, demostraban que se había dirigido a diversas partes insistiendo con apremio para que se le ayudara.

Sintió vergüenza; su personalidad parecía haberse desdoblado: se contempló á si mismo con ojos de juez. ¿Qué hacía allí el llamado Julio Desnoyers, hombre seductor é inútil, atormentando con su presencia á una pobre mujer, queriendo desviarla de su noble arrepentimiento, insistiendo en sus egoístas y pequeños deseos, cuando la humanidad entera pensaba en otras cosas?... Su cobardía le irritó.

En cambio, insistiendo en los restos de coquetería, la Condesa, a solas en su tocador y alcoba, desplegaba consigo misma aquel mimo y esmero que sólo observa la mujer cuando se emplea, aunque honestamente, en el dulce servicio del amor.

Palabra del Dia

rigoleto

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