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Actualizado: 23 de octubre de 2025
La pasionaría perdería su valor simbólico; y hasta el amor al novio o al marido o al amante, que ella combina siempre con el presentimiento de deleites inmortales, y que idealiza, hermosea y ensalza con mil vagos arreboles de misticismo, se convertiría en cualquiera cosa, bastante menos poética. Tal es, en general, la mujer de la provincia de Córdoba.
Mañana, cuando llegues, afanosa, con tus frescos laureles, a las cumbres, te abrazará una patria venturosa, ante una aurora de gloriosas lumbres... Te rendirán la vida y el misterio, del porvenir los prados ideales, y las musas, en todo el hemisferio, te cantarán con trovas inmortales.
Después de haber disfrutado por largo rato del placer de verse, como los inmortales en el Olimpo, aislados y encima del resto de los seres de la creación, aquella sociedad hizo irrupción en el Campo de los Desmayos, para contemplar los fuegos artificiales de los renombrados pirotécnicos palentinos.
Por esto, sin duda, y por otras razones no menos singulares, han llegado a tan loco extremo la admiración, la adoración y el fanatismo por la Economía Política. Para Buckle, Adam Smith ha hecho más por la humanidad que todos los sabios, que todos los profetas y que todos los genios inmortales que han nacido de madre y que han revestido carne humana en este pícaro mundo.
En esa triste y yerma sepultura Entonad los cantares de la gloria, Ensalzad el martirio y la bravura Y volad en seguida á la victoria A recoger laureles inmortales, Cantando con denuedo: «Oid mortales!»
No pocos de éstos desean para sus hijos nombres sonoros, gloriosos e inmortales, y así van algunos por el mundo cubiertos de ridículo con esta etiqueta bautismal y civil: Epaminondas Pérez, Aristóteles Rodríguez, Sócrates González. También se convierten en nombres algunos apellidos célebres. Ejemplos: Wáshington Martínez, Franklin Gutiérrez.
Un hombre pasional e imaginativo ama a las bellas mujeres, los viajes por las tierras fabulosas y lejanas, las obras de arte, los libros inmortales. Y sueña con conquistar el oro, que es la palabra misteriosa que abre todos los paraísos y da la serenidad de espíritu necesaria para la contemplación de lo bello.
No obstante, podrían contenerse en muy pocas líneas los títulos de todas las novelas que, después de las inmortales obras maestras de Cervantes y de Rabelais, contienen tipos verdaderos, originales y bien caracterizados, y merecen un puesto en esta categoría.
«Inagotable manantial de vida «Que fecunda la savia bendecida «Del árbol de la sacra libertad; «Árbol que ostenta flores inmortales «Teñidas de colores celestiales, «Con que perfuma Dios la humanidad.
Pero para que no se me tache de imprudente, quiero demostrarte que te equivocas mucho. CERVANTES siguió tus banderas, y te sirvió heróicamente en las aguas de Lepanto, donde su vida perdiera, si el DESTINO no le dedicase a un fin más grande. Si tiró la espada para coger la pluma, fué por la voluntad de los inmortales, y no por despreciarte, como tal vez te lo has imaginado en tu loco desvarío.
Palabra del Dia
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