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La introdujo en el bolsillo superior de su chaqueta, donde otras veces había guardado á Ra-Ra. Ya no necesitaba mantener su cuello rígido ni marchar con cierta precaución, temiendo que Popito cayese desde la inmensa altura de la selva capilar que cubría su cráneo. Ahora podría moverse y correr cuanto quisiera, sin otro inconveniente que el de sacudir un poco á la joven dentro de su encierro.

El resto de las calles de Rio Janeiro, en general, está en un lamentable atraso, sin empedrar, descuidada su limpieza, y en estado de perfecto abandono. Hay un gran número de plazas, entre las que descuella, por su inmensa extension, la del Teatro Provisorio.

Mi popularidad era inmensa; hasta caballeros, tales como usted, señor, iban a mi casa; vendí mi comercio y compré esto que está, como quien dice, en un rincón de mundo. ¿Comprenden? Una intuición poética singular hizo que mientras hablaba cambiase poco a poco de posición, de manera que las mudas ruinas del enfermo se interpusieran entre ella y sus oyentes.

Nada mas eléctrico para la inmensa turba aglomerada en el anfiteatro circular y los balcones de la plaza, que la voz aguda y bélica de los clarines que ordenan y anuncian la salida de un toro á la sangrienta liza. Una conmocion simultánea agita á todos los espectadores y un rumor que revela ansiedad y curiosidad al mismo tiempo, circula en el ámbito de aquel grandioso matadero.

Cierta tarde le acometió una tentación inmensa de pedírselo. El templo se hallaba desierto.

La fortuna recién adquirida en dos horas le parecía extraordinaria y tan inmensa como su buena suerte. Lo que yo quiero añadió en voz baja, cesando de reir , lo que yo deseo de ti, bien lo sabes... Ella le hizo callar con una mirada acariciante y un siseo discreto que equivalía á una promesa.

Detrás del tal Despoblado se encontraba algo peor: la terrible Puna de Atacama, un desierto de inmensa desolación, donde morían los hombres y las bestias, unas veces de sed, otras de frío, y en algunas ocasiones caían abrumadas por el viento. Ovejero se guardó las espuelas en el cinto, renunciando á su dignidad de jinete para convertirse en peatón.

Penetrad por la primera página, salid por la última después de haber recorrido esta inmensa galería, y tengo por cierto que haréis justicia, sin necesidad de apuntador, al ingenio, la fuerza de expresión y la gracia con que el arte del dibujo ha hermoseado estas pobres letras.

Con esto la filosofía confiesa su debilidad, es cierto; pero ¿no manifiesta tambien su alcance, viendo que de un fenómeno á otro hay distancia inmensa, y que no puede haber entre ellos mas punto de comunicacion que el establecido por la misma mano del Todopoderoso?

Se llamaba D. Facundo Hojeda y era el amigo íntimo y el adlátere eterno del señor de Rivera; no se concebía a D. Bernardo paseando por el Retiro o el Prado sin llevar a su izquierda a D. Facundo: éste le daba siempre la derecha o le dejaba la acera según los casos, reconociendo la inmensa superioridad de aquél.